“Ha sido una reunión exitosa”, manifestó el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. “Este es el preludio de la paz”, sostuvo el líder norcoreano, Kim Jong-un. Ambos protagonistas se mostraron satisfechos al término de la cumbre efectuada este martes 12 de junio en Singapur, la ciudad-estado donde se desarrolló el histórico encuentro.
Una cumbre que promete construir una relación de paz entre dos naciones que han mantenido la condición de enemigas durante seis décadas, indudablemente constituye un alivio no solo para los implicados sino también para toda la comunidad internacional, pues representa el inicio de una etapa de distensión en la Península de Corea, un territorio dividido que ha estado en riesgo de entrar en guerra durante mucho tiempo.
Cuando hay voluntad de las partes, la diplomacia puede hacer su trabajo de la mejor manera. En este caso, la entrevista fue el desenlace de un trabajo conjunto, realizado en forma discreta, por el Departamento de Estado de Estados Unidos y las Cancillerías de las dos Coreas. La idea de que algo bueno se traían entre manos empezó a tomar forma en las Olimpiadas de la Paz, cuando ambas delegaciones desfilaron juntas, cobijadas por una misma bandera, en el suelo de Pyeongchang.
Ese fue el punto de partida de varios acercamientos que culminaron con el encuentro entre los presidentes de Corea del Norte, Kim Jong-un, y de Corea del Sur, Moon Jae In, lo que se convirtió en el primer hito de esta etapa de deshielo. Y, definitivamente, la firma de la Declaración de Pannmunjon con el compromiso de desnuclearizar la península marcó una nueva era, tal como lo dijo el líder surcoreano el pasado mes de abril.
Ahora, la Cumbre entre Trump y Kim Jong-un deja como resultado un acuerdo que promete grandes cambios. De entrada consta el restablecimiento de las relaciones entre Estados Unidos y Corea del Norte y la voluntad de juntar esfuerzos para construir una paz estable y duradera en la Península Coreana; luego está la reafirmación del convenio de Pannmunjon por el cual Norcorea se compromete a trabajar por la desnuclearización completa; finalmente se comprometen a recuperar los restos mortales de prisioneros de guerra y desaparecidos, incluyendo la repatriación inmediata de quienes han sido identificados.
Definitivamente, el apretón de manos entre Trump y Kim es una gran noticia para el mundo. Algo impensado hasta hace poco más de medio año cuando una espiral de amenazas cruzadas hacían creer que el mundo estaba en el umbral de una conflagración nuclear
En 2004, Corea del Norte ya se comprometió a desmantelar su arsenal nuclear pero no cumplió, ¿por qué tendría que hacerlo ahora? es la pregunta que flota tras la reunión con Trump. En mi opinión, esta vez el panorama es muy distinto porque existe una mayor presión de la comunidad internacional y, sobre todo, el sinfín de oportunidades que presenta una apertura hacia el mundo con la llegada de inversiones para beneficio de todos los ciudadanos.
Es que lo alcanzado este martes puede graficarse como una ecuación ganar-ganar para las dos Coreas, Estados Unidos, China, Japón, incluso Rusia (estos tres, aliados de siempre de Norcorea). Además, visto en términos mediáticos, es un espaldarazo para Trump y Kim Jong-un.
Sí, un espaldarazo. En el caso del actual inquilino de la Casa Blanca lo de Singapur contrasta con la desagradable impresión que dejó días antes en la reunión del Grupo de los Siete (G7), cuando protagonizó momentos tirantes al ser descortés con el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau (anfitrión de la cita), y negarse a firmar la declaración final de la Cumbre. Asimismo, lo coloca en la historia como el presidente cuyas presiones y gestiones diplomáticas lograron la desnuclearización de Norcorea y el acercamiento con su país hermano: Corea del Sur. Algo que no pudieron sus antecesores.
Y qué decir de Kim Jong-un, quien de un momento a otro ha pasado de la condición de ser casi un proscrito internacional por estar al mando de un régimen que ha sido calificado de dictatorial y aislacionista, a estar en la ‘cresta de la ola’ como el gobernante del desarme nuclear que ha resuelto enrumbar a su país en una ruta de paz y de búsqueda de prosperidad económica. Por si fuera poco es el cimentador de la recién estrenada amistad con la otra Corea.
Absolutamente, el apretón de manos entre Trump y Kim es una gran noticia para el mundo. Algo impensado hasta hace poco más de medio año cuando una espiral de amenazas cruzadas hacían creer que el mundo estaba en el umbral de una conflagración nuclear. Esperemos que en adelante podamos presenciar el “gran cambio” anunciado por Kim Jong-un.
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