El histórico apretón de manos entre el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in y el líder norcoreano Kim Jong-un marca el punto de partida de la reconciliación entre dos naciones vecinas que alguna vez fueron una sola y que han permanecido enfrentadas por casi 70 años.
El encuentro entre ambos dirigentes, sucedido el pasado 27 de abril en la frontera que separa las dos Coreas, es significativo para el mundo pues supone el resultado de un gran esfuerzo diplomático por superar las diferencias que durante mucho tiempo parecían ser insalvables.
El simbólico apretón de manos trajo consigo la firma de la Declaración de Panmunjom, documento que plasma el compromiso de ambas naciones por “obtener, a través de una desnuclearización total, una península coreana no nuclear”.
Hasta hace menos de un año era impensable la realización de una cumbre entre ambos mandatarios, sobre todo por la grave crisis diplomática desatada por las pruebas nucleares del régimen de Pionyang que fueron interpretadas como claras provocaciones por la comunidad internacional, sobre todo porque estuvieron intercaladas por declaraciones altisonantes de Kim Jong-un y del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aliado del gobierno de Seul, todo lo cual presagiaba una inminente confrontación.
No obstante, tras bastidores tenía lugar un intenso trabajo diplomático cuyos frutos empezaron a notarse en los Juegos Olímpicos de Invierno del pasado febrero (Pyeongchang, Corea del Sur) donde la llama olímpica fue encendida por representantes de ambos países y los atletas desfilaron cobijados bajo una sola bandera: la bandera de la paz que ondeó durante toda la competición.
El acuerdo de desnuclearización no es un tema menor para el mundo, si se considera que las Coreas se enfrentaron en una guerra formal entre 1950 y 1953, año en el que se firmó un armisticio que dio lugar a una suerte de ‘guerra fría’ que persiste hasta hoy.
El próximo 12 de junio, la humanidad será testigo de otro encuentro histórico, esta vez entre el presidente de Estados Unidos y el dirigente norcoreano.
Aunque no es de esperar que el proceso de desarme se concrete de la noche a la mañana, el Acuerdo de Panmunjom representa un enorme avance que en lo inmediato tendrá efectos positivos en los ciudadanos tanto del norte como del sur que han vivido la tragedia de tener sus familias rotas por varias generaciones.
Ya era tiempo de terminar un conflicto sin sentido con acciones orientadas a lograr un acuerdo de paz definitivo que reemplace al actual armisticio y que podía fin a la guerra. Como señal de buena voluntad, estos días han empezado a desmontarse gigantescos altavoces que estaban instalados en ambos lados de la frontera común y Corea del Norte adelantó su huso horario en 30 minutos para hacerlo coincidir con el de Corea del Sur.
Estos gestos no solo permiten soñar con la reunificación de Corea sino también dan lugar a creer en una próxima democratización de Norcorea, nación que ha permanecido cerrada al resto del mundo durante siete décadas pero que no puede ni debe continuar ‘acorazada’ en la era de la globalización. Como pasó con la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, las cosas empiezan a caer por su propio peso.
Para la comunidad internacional es una buena noticia el anuncio de la desnuclearización total. Además de saludar el gesto, la Unión Europea, Estados Unidos y, por supuesto, China, acompañarán el proceso y propiciarán nuevos encuentros. Eso sí, una mención aparte merece el gobierno del presidente Trump, ya que el acuerdo no hubiese sido posible sin la participación decidida del Departamento de Estado.
El próximo 12 de junio, la humanidad será testigo de otro encuentro histórico, esta vez entre el presidente de Estados Unidos y el dirigente norcoreano. “La muy esperada reunión entre Kim Jong-un y yo se llevará a cabo en Singapur el 12 de junio. ¡Ambos trataremos de convertirlo en un momento muy especial para la Paz Mundial!”, anunció el jefe de la Casa Blanca.
En efecto, esta es una gran noticia para el mundo. Todo indica que está por llegar a su fin una era de tensión en la península de Corea.
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