El nuevo episodio de Julian Assange parece sacado de una telenovela plagada de desatinos, auspiciada el gobierno ecuatoriano. Luego de su naturalización y del escándalo del fallido intento por nombrarlo miembro del servicio exterior para otorgarle inmunidad diplomática, ahora nos enteramos de que el gobierno anterior destinó al menos 5 millones de dólares en un presupuesto de inteligencia y contrainteligencia destinado a protegerlo.
La denominada ‘Operación Hotel’ se asemeja a una trama de espionaje, pues de otro modo no se entiende el montaje de un millonario circuito cerrado de cámaras de televisión y guardianía para ofrecer resguardo al jefe del portal Wikileaks y vigilarlo a la vez, un sistema que al poco tiempo fue hackeado por el mismo activista, según revela el diario británico The Guardian con base en documentos filtrados por la Secretaría Nacional de Inteligencia (Senain), un ente creado en el gobierno de Rafael Correa que hoy está en proceso de cierre.
Causa estupor descubrir que el equipo instalado en la Embajada del Ecuador en Londres recolectaba información de todo lo que hacía el asilado político y al mismo tiempo realizaba perfiles a partir de los pasaportes que entregaban al ingreso sus muchos visitantes, entre los que se cuentan hackers, periodistas, abogados, personajes de la farándula internacional, miembros de grupos nacionalistas europeos e individuos vinculados al Kremlin.
Así las cosas, no sería de extrañar que este enredo traiga efectos negativos para el país, sobre todo por la participación de Assange en la última campaña presidencial de los Estados Unidos, cuando su portal divulgó miles de correos electrónicos de la candidata demócrata Hillary Clinton, presuntamente sustraídos por agencias rusas para influir en su derrota.
Uno de los errores más grandes cometidos en materia de política internacional es haber alojado en nuestra Embajada al jefe de un portal informático que estaba mal visto por diferentes gobiernos por divulgar material clasificado, peor cuando había sido acusado por la justicia sueca de violación y acoso sexual. A partir de entonces (junio de 2012) el manejo del caso no ha sido más que una sucesión de equivocaciones.
Existe buena diplomacia cuando se aplica bien la norma jurídica, pero cuando se la pasa por alto, ya sea por desconocimiento o por atender intereses extraños, ocurren cosas como el caso Assange, quizá el más mediático de todos los desatinos en política internacional en los que incurrió el gobierno pasado.
El presidente Lenín Moreno no puede pasar por alto lo sucedido; para empezar debería pedir a la Contraloría una investigación a fin de establecer las responsabilidades de los funcionarios y los Cancilleres del anterior gobierno que estarían involucrados en lo que, a todas luces, se trata de un mal uso de fondos públicos.
Por su parte, el Ministerio de Relaciones Exteriores ya tendría que haber salido a dar explicaciones ante una comunidad internacional que nos mira como un país que desconoce las reglas del Derecho Internacional y, más grave aún, como auspiciante o acólito de las causas de Julian Assange.
El Derecho Internacional es una norma jurídica, y el Derecho Diplomático no es más que la aplicación de ese precepto. Se puede hablar que existe buena diplomacia cuando se aplica bien la norma jurídica, pero cuando se la pasa por alto ya sea por desconocimiento o por atender intereses extraños, ocurren cosas como el caso Assange, quizá el más mediático de todos los desatinos en política internacional en los que incurrió el gobierno pasado.
Los causantes de estas acciones tienen que responder por haberse mofado del Derecho Internacional así como de la imagen sólida que antes tenía el Estado ecuatoriano.
Desde el día de su posesión, el 24 de mayo de 2017, el actual presidente ha evidenciado su intención por cambiar lo que se hizo mal en el pasado, lo hecho en el plano político y lo que intenta hacer en materia económica se encuentra a la vista. No obstante, en lo concerniente al servicio exterior es lamentable que haya puesto su amistad con la canciller María Fernanda Espinosa, por encima del interés nacional. Por el bien del país, espero y aspiro que los vientos de cambio también lleguen al Palacio de Najas.
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