Julian Assange se queda sin la seguridad extra en la Embajada que fue usada para espiar y ser espiado por una módica cifra de $66 mil al mes, unos $5 millones en cinco años. Nada en un país donde un ahora expresidente pedía a diario El Universo $80 millones porque supuestamente uno de sus editorialistas había afectado su honra. Nada si se compara con los $800 mil que un banco en manos del Estado, Cofiec, había entregado a Gastón Duzac con garantías del Estado. Nada comparado con los créditos vinculados del mismo Cofiec, una especie de feriado bancario pero en un banco estatal a cargo de un gobierno que hasta ahora intenta hacer campaña con el feriado bancario.
El paso dado por el Gobierno es positivo. Hay muchos gastos extras inútiles creados por el anterior Gobierno bajo el espejismo de que estaba en las grandes ligas del espionaje y contraespionaje, que era un personaje importante en la Guerra Fría creada por el socialismo del siglo XXI del señor Putin y del fallecido Hugo Chávez cuyo mayor mérito es el haber llevado a un país rico a la ruina.
Y ese es otro anuncio importante realizado por el gobierno: el dejar atrás la cuadratura del círculo del siglo pasado, léase siglo XXI. Un socialismo que no produce sino que lucra de las arcas fiscales, un socialismo que cree en los ungidos, que cree en el poder absoluto, que cree que los recursos del Estado son de su partido.
El momento económico no puede ser más oportuno para dar un viraje político. Lo primero es el sinceramiento de las cifras de la deuda pública realizado por el nuevo ministro de Finanzas, Richard Martínez. Sí, está por encima del 40% del PIB. Un gobierno endeudó a generaciones de generaciones para jugar a ser espía en el primer mundo.
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