A principios de semana se dio el tan esperado anuncio gubernamental sobre el plan económico, anuncio que había sido dilatado en varias ocasiones y que generaba zozobra y preocupación en todos los actores económicos, políticos y sociales; tal es así que se presentaban y circulaban distintas propuestas y borradores en los días previos, lo que reflejaba el interés de todos respecto a este delicado tema.
La economía sin lugar a duda es parte vital de una sociedad (empresarios, políticos, familias, entre otros), será un tema recurrente en todo momento, y más aún en el actual momento difícil por el que atraviesa nuestro país derivado de la equivocada política económica del anterior gobierno que comprometió las finanzas públicas para este y futuro mandatarios.
Los cálculos más optimistas indican que la situación no se corregirá en al menos 5 a 7 años, a partir de que se tomen las medidas pertinentes, las cuales se estaban dilatando en este gobierno; pero con el anuncio del plan se vislumbra un hoja ruta más clara; es necesario señalar que no es plan perfecto pero al menos existe una mayor sintonía con quien debe ser el motor de la economía en cualquier país y este es el sector privado. Y es que el mismo ya estaba en una suerte de parálisis derivado de la recesión económica que se vive desde hace varios años, las elecciones presidenciales (primera y segunda vuelta), anunció del frente económico cuando el gobierno de Moreno asumió, los casos de corrupción, la consulta popular y demás eventos que generaron incertidumbre a los distintos agentes de la economía, y que ante esto las posibilidades de inversión interna y externa se reducen a su mínima expresión, pero con el plan económico presentado permitirá ver con más serenidad a nuestro país como un destino de inversiones, aunque sin lugar duda falta mucho por hacer, entre ellos la aplicación de dicho plan y sus medidas.
Es de destacar el compromiso planteado por el presidente de que el Estado al fin haga su parte, reflejado en una reducción del gasto público en aproximadamente 1000 millones de dólares por año, además plantear la eliminación del anticipo del impuesto a la renta partir del próximo año, la eliminación gradual del ISD a partir de que mejore la balanza comercial, entre otros aspectos que sumado a las intenciones de reperfilar la deuda, de acudir a multilaterales de ser necesario, derogación de la ley de plusvalía, redundará en que se enrute la economía, es preciso señalar que dependerá del compromiso no solo del sector público sino también del privado que debe ver el plan como una oportunidad.
Otros aspectos a destacar es el impulso a las alianzas público-privada, el sector de la economía popular y solidaria, la dinamización que se busca al escuálido mercado de valores de nuestro país, que deben verse como oportunidades para los emprendedores, micro, pequeños, medianos y grandes empresarios para que sean partícipes activos del crecimiento económico del Ecuador. Nunca más el Estado debe jugar a ser empresario y más aún el motor de la economía, pues ahí tenemos los resultados que ahora sentimos.
Considero que no debió incluirse aumento de aranceles a cerca de 387 partidas, pues si bien el presidente señaló que no afectará a bienes básicos o de capital, el carácter de especulativo de nuestra economía debe llevar a que existan controles para que no se dé un alza de precios, el Ecuador debe abrirse cada vez más al mundo y las barreras arancelarias no contribuyen a ello.
En todo caso, hay un plan económico presentado que recoge en gran medida lo discutido en estos meses en las distintas mesas de diálogo y genera más certidumbre a los diversos actores de la sociedad, no es perfecto, pero al menos dista en muchas formas de la equivocada política económica del gobierno de Correa. Ecuador tiene todavía futuro.
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