El ciberbullyng es un coctel venenoso utilizado por los más jóvenes para ejercer acoso psicológico contra otras personas a través de cualquier plataforma digital (internet, telefonía móvil y videojuegos online). Está catalogado como un problema social en la era digital. Es un tema parental y psicológico que se extiende a escala global.
El concepto se refiere al uso de las tecnologías, pero les aseguro que va mucho más allá. El ciberbullyng como se conoce, adopta formas muy variadas y creativas para los acosadores en la red.
La tecnología solo es el medio, el culpable es la persona que lo utiliza con mala intención. Algunos ejemplos concretos podrían ser los siguientes:
Crear un perfil o espacio falso en nombre de la víctima, en redes sociales o foros, donde se escriban a modo de confesiones en primera persona determinados acontecimientos personales, demandas explícitas de contactos sexuales.
Dejar comentarios ofensivos en foros o participar agresivamente en chats haciéndose pasar por la víctima de manera que las reacciones vayan posteriormente dirigidas a quien ha sufrido la usurpación de personalidad.
Revelar la dirección de correo electrónico en determinados sitios para que luego sea víctima de spam, de contactos con desconocidos.
Usurpar la clave de correo electrónico para, además de cambiarla y perjudicar al propietario para que no lo pueda consultar, leer los mensajes que a su buzón le llegan violando su intimidad.
Provocar a la víctima en servicios web que cuentan con una persona responsable de vigilar o moderar lo que allí pasa (chats, juegos online, comunidades virtuales) para conseguir una reacción violenta que, una vez denunciada o evidenciada, le suponga la exclusión de quien realmente venía siendo la víctima.
Hacer circular rumores en los cuales a la víctima se le suponga un comportamiento reprochable, ofensivo o desleal, de forma que sean otros quienes, sin poner en duda lo que leen, ejerzan sus propias formas de represalia o acoso.
Enviar mensajes amenazantes por e-mail o WhatsApp para perseguir y acechar a la víctima en los lugares de la web en los se relaciona de manera habitual provocándole una sensación de completo agobio.
El Ecuador no ha sido afectado por este tipo de acoso tecnológico. Sin embargo, en las escuelas y en sectores medios, bajos y muy bajos se debe afrontar y prevenir.
La clave está en la educación familiar. En definitiva, los padres no se deben conformar solo con darle la tecnología a sus hijos, deben estar vigilantes de lo que hacen, publican y comparten en las plataformas digitales.
Lo recomendable sería brindarles las tecnologías, pero con supervisión más no con restricción. Considero que desde el hogar se debe construir el mensaje de concienciación. Así como se conversa sobre el sexo, también los padres, deben hablar sobre el uso social de las redes. La escuela refuerza el trabajo de lo que se aprende en la casa.
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