El 25 de septiembre de 2015, un conjunto de 193 líderes del planeta sellaron un compromiso con 17 Objetivos Mundiales los cuales resultaron de un proceso de negociación que no solo involucró a todos los Estados miembros de la Organización de Naciones Unidas (ONU) sino también la participación de la sociedad civil y otras partes interesadas. Algo que nunca antes había sucedido.
Los últimos años, las universidades ecuatorianas han trabajado en fortalecer y hacer visibles los diferentes aportes que podrían entregar a la comunidad, tanto en temas sociales como en temas técnicos. Esta labor ha ido evolucionando y lo hará en el futuro.
Una de las prioridades del Sistema de Educación Superior y de la Ley de Educación Superior, en nuestro país, es contribuir al desarrollo local y nacional de manera permanente, a través del trabajo comunitario.
Bajo el paraguas de una lógica global que busca un mundo cada vez más responsable con quienes lo habitan, el trabajo de vinculación con la comunidad es el mejor escenario -en el Ecuador- para que las universidades puedan cerrar este círculo virtuoso de buenas prácticas en el ámbito de la educación superior. ¿Cómo hacerlo? podría ser la cuestión preliminar, sin embargo esto se puede responder de una sola manera: con experiencias reales.
Desde el año 2016, en la Escuela de Comunicación de la Universidad Internacional del Ecuador (UIDE) se ha llevado a cabo el Programa de Vinculación con la Comunidad: “Buenas Prácticas de la Comunicación”. Este plan tuvo como base el Objetivo n.º 4 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible: “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”.
Los dos primeros proyectos que se desarrollaron como parte del mencionado programa se desarrollaron en el Centro Diurno Conocoto, que acoge a 60 usuarios con discapacidad neurológica. El trabajo se cumplió en un lapso de 18 meses.
Los estudiantes de la Universidad crearon dos talleres: uno sobre Fotografía Básica y otro sobre Comunicación Organizacional Básica. El desafío consistió en como diseñar estos talleres para personas que tenían este tipo de discapacidad.
Para esto se realizaron reuniones no solo con los directivos del centro sino también con los docentes que trabajan con los usuarios. Por su parte, el Ministerio de Inclusión Social Económica y Social (MIES) capacitó a los estudiantes.
Aun cuando los esfuerzos que conllevan este proceso puedan parecer muy pequeños, son las bases de un futuro trazado por una lógica mundial, en la cual los Objetivos de Desarrollo Sostenible poseen el potencial para transformar la sociedad y movilizar a personas y países.
Cada una de las charlas y visitas profundizaron la percepción de los estudiantes hacia este sector vulnerable de la sociedad, de sus inconvenientes y de la problemática real de quienes la viven a diario.
Como resultado de los talleres se realizó una muestra fotográfica de los productos elaborados durante el taller que dictado por los alumnos de la Universidad. Además hubo un desfile de talentos, evento en que los usuarios del Centro Diurno Conocoto dieron a conocer los avances en sus relaciones interpersonales aplicadas al mundo laboral.
La experiencia fue realmente enriquecedora no solo para los estudiantes y para los usuarios, sino para todas las personas que estuvieron inmersas en este proceso: docentes del Centro diurno, docentes de la Universidad, sobre todo para los padres y familiares de los usuarios que vieron en sus hijos y hermanos la alegría y la fortaleza con la que ellos pueden llegar a enfrentar diferentes actividades cotidianas, que antes no se atrevían a realizar quizá por el temor de no poder cumplirlas.
¿Cómo se puede medir el impacto de estas buenas prácticas? Este puede ser un tema trascendente, pues cuando se trabaja en el campo social los instrumentos de medición suelen ser principalmente de tipo cualitativo, pero el reto en los diferentes programas que desarrollan las universidades consiste en generar mecanismos de medición que se vuelvan reales y aplicables a la realidad ecuatoriana.
La importancia de cada uno de los esfuerzos a lo largo de este proceso es que aun cuando puedan parecer muy pequeños son las bases de un futuro trazado por una lógica mundial, en la cual los Objetivos de Desarrollo Sostenible poseen el potencial para transformar la sociedad y movilizar a personas y países.
Los asuntos pendientes de los Objetivos de Desarrollo del Milenio van más allá: abordar la desigualdad, los nuevos desafíos y cuestiones estructurales como el cambio climático, el crecimiento económico sostenible, la capacidad productiva, la paz y la seguridad y unas instituciones eficaces, responsables e inclusivas a todos los niveles.
Los Objetivos también adoptan un enfoque dinámico para lograr la igualdad de género; reflejan de forma equilibrada las dimensiones económica, social y ambiental del desarrollo sostenible. En definitiva todo esto sí lo podemos aplicar aquí, en el Ecuador.
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