Son estudiantes, abogados, periodistas, ingenieros, panaderos, gente de a pie que simplemente decidió hacer sus maletas y emprender un largo éxodo con camino desconocido. Primero salieron los que tenían recursos y fueron a montar sus empresas en otros países o simplemente a ubicar su lugar de residencia en Colombia, Chile, Estados Unidos, Europa… Ahora salen los que se quedaron porque confiaron en la posibilidad de cambiar de gobierno.
La decepción llegó de a poco, luego de que Henrique Capriles se quedara en la denuncia del fraude. Y luego de que la Asamblea Nacional, elegida por aplastante mayoría, se dejara apabullar por un régimen absolutista, hasta quedar convertida en nada por obra y gracia de una fraudulenta Constituyente.
Ahora todos caminan despacio por esa interminable frontera con Colombia o Brasil; llevan sus vidas a cuestas con lo poco que pudieron sacar; se quedan en ese país o siguen de largo hasta Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Paraguay, Uruguay, Argentina e incluso Tierra del Fuego, a cualquier lugar donde pudieran olvidar que alguna vez tuvieron un país, un hogar, un barrio con amigos y vecinos.
The Wall Street Journal calcula que la décima parte de la población venezolana se fue de su país. Cerca de tres millones de personas que cruzaron sus fronteras hasta en balsas o caminando a paso de tortuga por el puente Simón Bolívar, que une San Antonio del Táchira con Cúcuta, mientras su gobierno baila y se burla hasta de la comunidad internacional que lo expulsa de foros como la Cumbre de las Américas.
El régimen chavista o el socialismo del siglo veintiuno fue y es la peor pesadilla de Venezuela, una pesadilla de la que huyeron 1,2 millones de personas en los dos últimos años… No solo por el colapso de la economía con una proyección de la inflación del 13.00o por ciento para fines de 2018, sino por el colapso de sus esperanzas.
América Latina vivió la masacre de Siria o Libia por televisión, twitter, facebook…, ahora es testigo de primera fila. No es el socialismo el que acorraló a Venezuela, es el narcotráfico, la trata de personas, el tráfico de armas… Si Colombia logró salir de la pesadilla de Pablo Escobar o Carlos Castaño, Venezuela también podrá, solo es necesario y urgente que todos los gobiernos de la región entiendan lo qué en realidad ocurre en Venezuela.
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