Aunque el tema de la Vicepresidencia de la República parece estar cerrado tras la flamante designación de María Alejandra Vicuña en reemplazo de Jorge Glas, resuelta por una mayoría de 70 integrantes de la Asamblea Nacional, la consulta popular que hoy concita la atención nacional estuvo en el trasfondo del proceso.
Con un ala correísta opositora en abierta campaña por el ‘no’ y con posibilidades de cobrar fuerza por la llegada del expresidente Rafael Correa, al presidente Lenín Moreno le urgía tener de su lado una pieza clave, capaz de arrastrar consigo el apoyo de organizaciones políticas que -sin haber nacido con Alianza País- estuvieron junto a ese movimiento y le dieron soporte durante el último decenio.
En esta medición de fuerzas, Vicuña se convirtió en el alfil de Moreno para fraccionar al correísmo. La psicóloga clínica de 39 años de edad es el rostro más visible del movimiento Alianza Bolivariana Alfarista (ABA), creado por su padre, Leonardo Vicuña, estrechamente ligado a organizaciones que apoyan la corriente morenista como: Justicia Social, Libertad es Pueblo y otras autodefinidas de ultra izquierda.
Las organizaciones, cuya presencia hasta hace poco era prácticamente desapercibida, ahora sorprenden con su elevada capacidad de movilización y propaganda, comparable a los buenos tiempos de Alianza País (cuando el movimiento era uno solo), sobre todo en la provincia del Guayas. Ya es tendencia el florecimiento de otras agrupaciones similares.
A inicios del gobierno de Moreno, los partidos CREO y Social Cristiano aparecían como los más grandes opositores. Con el tiempo, pese a mantener esa condición se han pronunciado por el ‘sí’ en la consulta, de ahí que el desmembramiento del partido oficialista forzó al presidente a responder a la coyuntura. A riesgo de sonar reiterativo, ese es el factor que lo hizo colocar en el primer puesto de la terna de vicepresidente a María Alejandra Vicuña.
El mandatario ha puesto a Vicuña al frente del plan Casa Para Todos, un programa bandera del gobierno que puede acarrear muchos votos a favor de la consulta. El 4 de febrero, a la hora contar los sufragios, se sabrá si la estrategia dio o no resultado.
Con tantos años en política, Moreno debe haber sopesado tanto el costo como el beneficio que le puede reportar esta jugada. ¿Es riesgoso incluir en su entorno más cercano a un personaje que hace poco tiempo defendía ardorosamente la reelección indefinida, propiciada por Rafael Correa? Depende. Por ahora, el norte es ganar la consulta por un amplio margen de votos.
En esa lógica, el mandatario la ha puesto al frente del plan Casa Para Todos, un programa bandera del gobierno que puede acarrear muchos votos a favor de la consulta. El 4 de febrero, a la hora contar los sufragios, se sabrá si la estrategia dio o no resultado.
Ese será el punto de partida de otro juego de piezas políticas. Gane o pierda Moreno, la vicepresidenta será un brazo derecho ejecutor de políticas especialmente en la Costa, más aún cuando es sabido que luego del proceso electoral viene lo más fuerte, porque muchas decisiones de Moreno ocasionarán el inevitable desgaste.
La elección de Vicuña también trajo de la mano un cambio en el panorama político de la Asamblea Nacional. La votación favorable de 70 asambleístas evidencia una nueva mayoría afín a Moreno. Esto delata que ha vuelto a rondar por los pasillos legislativos el llamado “hombre del maletín” (en sentido figurado) capaz de comprar conciencias a cambio de cargos u otras dádivas políticas.
Precisamente esos sectores que pescan a río revuelto saldrán favorecidos con el proceso de consulta, porque un eventual triunfo del ‘sí’ les dará mayor poder en sus jurisdicciones y reductos electorales, lo cual les permitirá proyectarse a las elecciones de los gobiernos seccionales que se celebrarán en mayo de 2019, es decir a la vuelta de la esquina. El tiempo corre deprisa.
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