“Un tema que es importante que conozcan y que corresponde a la decisión presidencial: el día de ayer a las 12 de la noche, de acuerdo a lo que manifiesta la Constitución, cesó en sus funciones el señor vicepresidente de la República, Jorge Glas. Sin embargo, la ley, la Constitución, manifiesta que el Presidente tiene hasta 15 días para enviar una terna.
La Ley Orgánica de la Función Legislativa manifiesta que tengo hasta 15 días para enviar la terna, pero claro está, ustedes entenderán, que voy a demorarme bastante menos. ¿Por qué?, porque un país no puede pasar sin su vicepresidente, sin un vicepresidente. Sin embargo, para que todo esté dentro de la norma estamos pidiendo las certificaciones correspondientes a las instituciones que igualmente corresponden para analizar esas certificaciones, poder verificar que estemos actuando dentro de lo correcto y enseguida proceder a elaborar la terna”.
Esas fueron las escuetas declaraciones del Presidente Lenín Moreno con las que pasaba la página de un bochornoso caso para la imagen internacional del país, la de un vicepresidente de la República preso con una sentencia por un caso de corrupción de por medio que se niega a renunciar. Era una forma de sacar el caso del ámbito político y dejarlo en el judicial, porque hay muchas cosas por aclarar todavía, porque hay un millonario perjuicio al Estado.
La reacción de la defensa de Jorge Glas fue salir a anunciar que ha acudido a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la que tanto denostaba su mentor, al igual que él. Su abogado dijo aspirar a que la CIDH, desde el odioso imperio, le otorgue medidas cautelares para que pudiera mantener su cargo desde la cárcel, porque desde su punto de vista no existirían causales legales para ser reemplazado. Quiere seguir con los beneficios de un cargo público con una sentencia por asociación ilícita en uno de los mayores casos de corrupción del continente.
Para Glas y su abogado, por medio del cual habla, no hay abandono del cargo ni ausencia temporal ni falta definitiva. Glas no ha abandonado su cargo porque pidió vacaciones por dos meses, ha dicho, aunque ya lleva tres en la cárcel 4 de Quito.
Para Glas y su abogado, tampoco hay una falta definitiva del cargo, porque no ha muerto. “Este no es el caso, él no ha abandonado el cargo, el abandono del cargo que habla el numeral 5 del artículo 145 de la Constitución es cuando la persona voluntariamente abandona el cargo, aquí el ha sido privado de su libertad de forma inconstitucional”.
Glas y su abogado lo único que hacen es repetir argumentos pueriles de un expresidente residente en Bélgica; argumentos que desconocen lo evidente, algo tan evidente que ni un Fiscal que fue asesor del anterior gobierno pudo desconocer. Hubo una trama de sobornos, hubo una empresa que repartió dinero en el país y hubo funcionarios que favorecieron con contratos de obra pública a esa empresa. Hubo funcionarios que públicamente defendieron a esa empresa y la llamaba a actuar contra los medios que ya comenzaron a denunciar sus irregularidades.
Glas lo que debería hacer es lo mismo que ya hicieron funcionarios del correísmo, comenzar a negociar una cooperación eficaz porque en esa trama no debió estar solo. Hay tiempo para todo, y el tiempo de la soberbia como que ya pasó para él y su abogado. El país necesita un gran baño de verdad sobre diez años de control absoluto de todas las instituciones del Estado y el caso Odebrecht, al parecer, es solo la punta del iceberg.
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