La gente al parecer tiende a dar un giro de 360 grados cuando contempla con admiración que el tiempo es efímero, que el rey solo es rey en un tiempo finito; que el tiempo infinito no existe en el mundo terrenal. Y debe ser más amargo ese trago cuando el que alguna vez se creyó amo y señor de toda la comarca, del mundo entero, del universo y sus galaxias afines e infinitas se encuentra con que solo es otro ser humano con más defectos que virtudes, con más mentiras, porque nunca dudó en avasallar, calumniar, insultar, acanallar hasta a niños que le hacían yuca en la calle por sentirse henchido por un poder sobrehumano.
Seguramente se sintió el elegido y Matrix le dijo que no. Que no era Ethan Hawke, ni de bien lejos, porque ni siquiera se había bajado de sus caravanas blindadas a luchar contra alguien, que todas sus peleas estaban blindadas con decenas de guardaespaldas, porque solo bajaba de su nube a retar y ordenar a sus guardaespaldas que llevaran preso a alguien.
Por eso es intrigante la pregunta de ¿cómo se habrá sentido el ex, ahora residente en Bélgica, ante el secretario general de la OEA al que llamó desubicado por querer aplicar la Carta Interamericana en una Venezuela en llamas por la tozudez y ambición de un chavista que ve a su líder en pajaritos? ¿Le habrá pedido disculpas? ¿Qué le dijo cuando fue a denunciar la supuesta ruptura del orden constitucional en Ecuador solo porque hay una consulta en la que el pueblo decidirá si está de acuerdo con que alguien con una megalomanía infinita se eternice en el poder? ¿Cómo se habrá sentido?
En 2016, en una entrevista en Pedernales, ni corto ni perezoso, el ex que en ese tiempo todavía se creía el amo y señor de la comarca, llamó vasallos y vendepatrias a los ecuatorianos que fueron a la OEA a pedir la vigilancia en las elecciones que se avecinaban. “Somos corruptos los ecuatorianos y venga patroncito (en referencia a la OEA) a controlarnos. (…) Ese es el espíritu de los vasallos de esta gente”.
Para el ex, en el poder en ese entonces, lo más lamentable era que los grupos opositores, que solo pedían vigilancia electoral en la OEA, ni siquiera pudieron reparar en desprestigiar a su país. Ahora él fue a pararse ante quién menosprecio en la OEA (Luis Almagro) porque una consulta en Ecuador, que en sus horas de más baja aceptación calificó de burguesa, podría ser la puerta para evitar otro día más de prepotencia, de las mentiras comprobadas desde una voz en off.
La pregunta que cabría hacer al ex, es la misma que en su momento de mayor idilio con el poder se hizo él: ¿Somos corruptos los ecuatorianos como para ir a decirle a la OEA venga patroncito a controlarnos?
¿Quién es el vasallo del poder? ¿Quién no duda en acudir a un patroncito llámese OEA o Jaime Nebot, Guillermo Lasso…. (en su primera campaña electoral), solo por ese frenético deseo de llegar al poder para comprarse aviones, carros de lujo y viajar con caravanas y caravanas de seguridades porque creía que alguien lo iba a matar? El tiempo y las circunstancias le han demostrado que en el país solo la indiferencia tiene derecho a matar.
Así que la OEA venga, que vea un proceso electoral vigilado ya no solo por los amigos del chavismo, kirchnerismo… sino por la Unión Europea y por cualquiera que quiera constatar el hartazgo de la mentira, de la prepotencia, de la infamia, de las cadenas de propaganda en las madrugadas, mañanas, tardes y noches… Que vea como se comienza a desmontar un estado construido para una sola persona que nunca estuvo, ni está ni estará a la altura de las circunstancias.
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