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¿Medios públicos?

miércoles, octubre 25, 2017
Hay desde una percepción del poder, desde una percepción perversa del poder la creencia de que todo se justifica. ¿Todo? La perversión explicada desde el psicoanálisis. “Lacan forjó un término: la pére-versión, la padre-versión, la versión sexual de un padre. Agreguemos una nota esencial: hay padre cuando el deseo de la madre se dirige a […]
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Hay desde una percepción del poder, desde una percepción perversa del poder la creencia de que todo se justifica. ¿Todo? La perversión explicada desde el psicoanálisis.

“Lacan forjó un término: la pére-versión, la padre-versión, la versión sexual de un padre. Agreguemos una nota esencial: hay padre cuando el deseo de la madre se dirige a un hombre –escribe Antonio Aguirre Fuentes y Jessica Jara en este portal-. Ese hombre es el padre que opera la castración simbólica del niño. Allí donde se cumple esta comedia el humano tiene la experiencia de la castración simbólica, con amenazas y fantasías reparatorias a la cuenta de su inconsciente. Sin embargo la castración simbólica puede tomar tres caminos, según Freud: 1) ser reprimida al inconsciente, 2) ser rechazada y expulsada, 3) ser desmentida- es decir que se la acepta y luego se la niega-. Si el camino primero lleva a la neurosis, el segundo a la psicosis, el tercero constituye la perversión”.

Perversión de la realidad es lo que ha intentado el expresidente residente en Bélgica al intentar justificar el despilfarro de los dineros púbicos en medios usados como aparatos de propaganda de un proyecto absolutamente personalista, ni siquiera partidista; un proyecto que insultó, humilló, denigró y convirtió en bastardos a personas o instituciones que cometieron el terrible pecado de no adorar la imagen de un líder que se creía supremo.

Fueron millones de dólares. Millones en sueldos de multinacional tipo Odebrecht. Una estafa que trata de ser reducida al “turno cuántico a los medios públicos”. Así es la desvergüenza con la que se intenta justificar suculentos salarios de funcionarios que solo actuaban como caja de resonancia de lo que en Carondelet se decía en el gobierno del expresidente residente en Bélgica. Salarios y contratos oscuros.

Pretender que los medios públicos fueron convertidos en iconos de decencia y moral a fuerza de despilfarrar, simplemente espanta. ¿Con plata de quién? ¿Qué hicieron? Intentar hacer creer que un proyecto político personalista llegó para cambiar la vida del universo entero, porque el mundo no alcanzaba. La realidad no es un nuevo show, la realidad es que se usó dineros públicos para pagar el ego de algunos y sus lujos. Y sus prebendas. Y eso tiene un nombre muy sencillo.

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