“Cómo pensabas que iba yo a quedar si no dejaste nada, si hasta mi ropa en tu maleta por poquito y te llevabas”. Es parte de la letra de la canción estrella de Gloría Trevi y Alejandra Guzmán, las íconos del pop latino de antes del fin del siglo XX que se han mantenido vigentes en el siglo XXI. Ellas llegan a Guayaquil y Quito como parte de su gira por América Latina.
Es una letra llena de lamentos, pero que termina reivindicando el derecho de alguien a recuperarse de un abandono y ser feliz. ¿Cómo pensabas que iba yo a quedar si no dejaste nada?, es lo mismo que le ha preguntado el actual gobierno al expresidente que en sus últimos días, antes de irse a Bélgica, aseguraba a los cuatro vientos que dejaba la mesa servida, al entregar cuatro libros, al parecer, con instrucciones sobre lo que el nuevo mandatario debía hacer en su ausencia, mientras descansaba para el regreso.
El simbolismo de la mesa servida, sin embargo, ha ido quedando en nada. Primero fueron los proyectos emblemáticos del cambio de la matriz productiva llenos de fallas, luego la Refinería de Esmeraldas, luego la ficción de la Refinería del Pacífico, luego Yachay… todo se ha ido derrumbando como piezas de dominó.
Y lo último, un puente peatonal por el que pasaba en bicicleta para que las cámaras lo captaran, en el que su Gobierno invirtió $15 millones. Pues esa inversión también se ha derrumbado como otra pieza de dominó debido a una mala maniobra de un barco. Un paso peatonal en el que se invirtió tanto sin haber previsto ese tipo de incidentes, previsibles en obras de infraestructura de esa envergadura, porque pretendían dar la imagen de que ya vivíamos en la ficción del primer mundo, porque todo lo que hacía el gobierno del ex era de marca mundial.
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