Cinco jugadores de la selección ecuatoriana de fútbol salieron del sitio de concentración de la Tricolor el viernes a la medianoche, un día después de perder ante Chile en Santiago, en un partido ni bueno ni memorable. Jugaron, demostraron compromiso, pero el tiempo no alcanzó.
De vuelta en Quito, la Tri debía comenzar la preparación para su último partido ante Argentina, en el que solo debía jugar por el honor, como le llaman en el ambiente deportivo el intentar ganar al menos algo después del estrepitoso fracaso del proceso de Gustavo Quinteros. De triste recordación.
El partido contra Chile fue el jueves. El viernes ya todos debían estar concentrados. Tras el almuerzo los jugadores fueron autorizados a dejar su lugar de concentración a las 16:00, como un descanso, pero debían volver a la Casa de la Selección a las 22:00. Hasta aquí todo iba bien. Todos cumplieron, al parecer.
Pero dos horas después cinco jugadores volvieron a salir a la medianoche, ¿al mismo lugar donde estaban entre las 16:00 y las 22:00? Eso no lo aclaró la FEF que seguramente sabe al lugar que fueron los jugadores entre la medianoche y el amanecer y entre las 16:00 y las 22:00.
La Federación Ecuatoriana de Fútbol con justa razón sancionó a los cinco jugadores sin revelar sus nombres, primero supuestamente por proteger su integridad, pero luego de que esos nombres ya eran parte de la comidilla general de la redes sociales, reculó y reveló esos nombres.
Lo más lamentable de todo, sin embargo, no es ni siquiera la actitud de la FEF, sino el comunicado de Enner Valencia, jugador ícono de la selección. Dijo, ni más ni menos, que sí, que salieron a la medianoche y volvieron a la madrugada, antes de un crucial partido en el que Ecuador no se jugaba la clasificación, solo su honor, el honor de dar una satisfacción a una hinchada que le sigue a ciegas, casi sin preguntas ni cuestionamientos.
Según Enner Valencia lo ocurrido esa madrugada y esa tarde en la que fueron liberados, desde las 16:00 hasta las 22:00, era un asunto que nunca debió hacerse público. Valencia dijo que acordaron con el cuerpo técnico manejar toda esa crisis casa adentro, según su comunicado, como debe manejarse siempre este tipo de actos. ¿Siempre? ¿Cuántas cosas se habrán manejado, entonces, así? ¿Cuántas?
Los seleccionados reciben un salario, viáticos, primas… por todo lo que gira a su alrededor, un negocio en el que se involucran millones de ecuatorianos.
Sus triunfos son festejados por millones y sus fracasos son sentidos por igual cantidad de personas como propios. Pero según Enner Valencia todo lo relacionado a lo que hacen los jugadores debe manejarse casa adentro. Los hinchas no merecen saber en qué andan sus ídolos, porque esos ídolos se creen ídolos.
Desde el punto de vista de Enner Valencia, los hinchas, al parecer, solo sirven para aplaudir o insultar en los estadios, no merecen ser parte de nada. La vida privada de los jugadores es su vida privada, pero si representan a un país y cobran un salario por eso, ese país necesita un mínimo de respeto. Necesita saber por qué esos jugadores fueron incluidos en la lista de titulares en el partido ante Argentina, por ejemplo, porque la FEF y su cuerpo técnico debían conocer antes del partido sobre las horas en las que se fueron de la concentración.
¿Por qué todo se conoce tras los hechos consumados? ¿Por qué quienes tenían hasta fotos de su salida de la concentración solo las publicaron en las redes sociales después de una derrota tan contundente ante Argentina? ¿Por qué? Hay muchas interrogantes y pocas respuestas y solo justificaciones.
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