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El precio de la propaganda

Juan Tibanlombo (+)
Dialoguemos EC
viernes, octubre 27, 2017
Para Alvarado, dejar que los medios, a los que llamaba independientes entre comillas, sobrevivan significaba cortar la maleza y podarla todos los días, porque no se iba a morir, y luego sembrar flores y frutos. Fue en una entrevista en Gatopardo, de agosto de 2012, donde aseguró que la política era un ring en el que había que vencer al contrario.
Tiempo de lectura: 3 minutos

El anterior gobierno siempre se jactó de que el país pasó de vivir de un Estado de Opinión a un Estado de Derecho, pero lo revelado por la actual administración de los medios públicos, basada en los informes de la Contraloría, simplemente muestra que el país pasó de un Estado de Derecho a uno de propaganda, y de una propaganda muy cara.

Solo en los canales incautados GamaTv y TC Televisión se habían registrado pérdidas por $23 millones, a más de $2 millones por años en la última década. En TC hubo habría habido pagos de tarjetas corporativas sin documentación de respaldo y remuneraciones y bonificaciones superiores a los límites fijados por el Mandato Constituyente 2.

En los medios incautados siempre hubo la perversa manipulación de que eran empresa privada cuando convenía, cuando se argumentaba para evitar la fiscalización de los dineros públicos, pero eran empresa pública a la hora de captar recursos del Estado para pagar salarios astronómicos en un país con altos índices de inequidad.

En RTV Ecuador, entre el 2007 y 2009, los resultados negativos superaron los $6 millones con $4,7 millones de pagos en utilidades a trabajadores de la compañía, y otros $ 2,1 millones por pago de comisiones a vendedores. Utilidades y comisiones en una empresa del Estado, en un gobierno que había puesto techo a las utilidades de los empleados del sector privado que no usan recursos públicos.

Las cifras simplemente son vergonzosas. El anterior gobierno convirtió a la comunicación en una suerte de CNN, pero con recursos públicos. Puso entrevistadores tipo Jorge Gestoso para alimentar el ego de una persona sedienta de adulación. Entrevistadores y comunicadores al servicio de un Estado de Opinión, sí, pero de la Opinión que una persona intentó imponer en su agenda mediática. La suya.

Alvarado fue el que afirmó haberle dicho al expresidente que los medios de comunicación, a los que llamaba independientes entre comillas, no defendían la comunicación per se, sino sus negocios e influencia, y eran como una maleza que había que limpiar. “Le dije al Presidente (expresidente) que la maleza siempre está allí, y siempre iba estar, y que en consecuencia solo tenía dos caminos: darle espacio y negociar con ellos, lo que implicaba dejar la maleza crecer, podándola solo de vez en cuando […] El otro camino era sacarlos de la cancha”.

Para Alvarado, dejar que los medios, a los que llamaba independientes entre comillas, sobrevivan significaba cortar la maleza y podarla todos los días, porque no se iba a morir, y luego sembrar flores y frutos. Fue en una entrevista en Gatopardo, de agosto de 2012, donde aseguró que la política era un ring en el que había que vencer al contrario.

Hoy, a la luz de los hechos, se conoce el costo de esos argumentos; el costo de las flores y los frutos; el por qué de la Ley de Comunicación con la que se comenzó a asfixiar a los medios no alineados con una política gubernamental simplemente porque entendieron desde siempre que la información no era precisamente lo divulgado en los boletines de prensa. La propaganda, para justificar que hace cosas grandiosas, siempre necesitará recurrir a argumentos grandilocuentes. Eso siempre justificará el destino de abultados presupuestos para sus oficinas.

¿Cuánto le cuesta al Estado mantener la Supercom y el Cordicom? Hoy se conoce, a vuelo de pájaro, cuál fue el precio de la propaganda de un gobierno sediento de idolatría. El Estado de Derecho, desde esa concepción, fue un Estado en el que la justicia estaba bajo su mando; es decir, el derecho y la información bajo el control de un gobierno de turno, de una persona que no distinguía entre lo que son los recursos públicos de los recursos privados.

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