Arundhati Roy promociona su novela por todo el mundo menos por el suyo. Cascais, Fráncfort, Londres… Una gira por una veintena de países para anunciar El ministerio de la felicidad suprema. Es el regreso de la escritora india a la novela después de El dios de las pequeñas cosas, la obra iniciática que sorprendió al mundo literario: ocho millones de copias vendidas en 42 idiomas. Entonces, Arundhati Roy tenía 35 años, ahora ha cumplido los 55. La entrevista fue publicada en diario El País de España, país en el que también presentó su novela.
Veinte años entre una y otra novela. ¿Falta de tiempo o de inspiración?
No he estado sin escribir todo ese tiempo; pero realmente nunca sentí que quisiera hacer novela. Cuando escribo ficción intento crear un universo y para eso necesito tiempo. La ficción crea un universo que no conoces. Ni siquiera sabes lo que pasa en él. La novela no es un producto fácil, presentas a los personajes y tienes que andar con ellos, entenderlos.
En 20 años el mundo ha cambiado mucho. No existen las Torres Gemelas y no podemos vivir sin Internet.
Efectivamente, incluso estando solos hemos perdido la soledad. Hay tanta información, tantos teléfonos conectados todo el tiempo… Hemos perdido nuestra intimidad y por eso mi primera intención era escribir sobre pocos personajes. El dios de las pequeñas cosas sucedía en una familia con el corazón roto; era muy íntima. Cuando decidí escribir esta novela — hará como 10 años— quería experimentar. No quería seguir el mismo camino que me había dado el éxito y me asaltó toda esa información. La novela son muchas piezas y cada pieza está dividida en otras. Fue como construir una gran ciudad: la planeaba y la volvía a planear. Cuando acabas te das cuentas de que está hecha de muchos trozos, pero que es una ciudad, que tiene forma.
En ese puzle destacan dos mujeres fuertes, Anyum, hermafrodita, inmersa en el mundo de las castas, y Tilo, amante de mártires y de espías en la guerra de Cachemira. ¿Es una reivindicación de la mujer india?
Para mí es normal que la novela gire sobre dos mujeres; lo que está ocurriendo con ellas es fascinante. Seguimos rodeadas de violencia, pero hay muchos cambios. En cada personaje hay un problema, una reivindicación. Aunque desde fuera se ve a India como un país anárquico, en realidad la única anarquía que tenemos es la del tráfico; en el resto la gente vive sin romper las reglas. Menos del 5% de los indios se casa con personas de otra casta.
Usted se ha declarado favorable a la independencia de los musulmanes en Cachemira y en la novela son mejores que los hindúes.
No lo creo; en Cachemira los buenos son los musulmanes, que son minoría; pero en la novela no hay buenos ni malos. Cuando vives en medio de una ocupación militar durante 20 años, hay colaboradores, hay traidores; lo importante en la vida no es ser hindú o musulmán, sino ser mayoría o minoría; en Pakistán la mayoría es musulmana y la minoría es hindú; pero en este momento en India lo más importante que está pasando es que estamos debilitando los derechos de los musulmanes, los han metido en guetos.
El primer ministro no se libra de las críticas en la novela.
No es un problema del primer ministro, Modi; la culpa está dentro del partido. Todo empezó en los años veinte, cuando la clase dirigente quería tener indios más altos, más claros; quisieron crear un país con indios mejores apartando a otros. Han ido construyendo una India de castas.
El ministerio de la felicidad suprema refleja también su apoyo al partido maoísta que lucha contra la destrucción de bosques. ¿No hay demasiadas referencias a su activismo social?
Parece que ahora tengas que escoger entre ser un escritor o tener ideas políticas. Los escritores siempre han escrito sobre lo que sucede, sobre política, pero no los llamábamos activistas. Ahora hemos colocado en el mercado a los escritores y tienen que agradar al público. Cuando escribes tienes que hacerlo sobre el aire que respiras, cuando escribes sobre lo que pasa en lndia o España no puedes simplemente cerrar las ventanas.
Anyum y Tailo representan, respectivamente, la vieja y la nueva India. Anyum parece ser más feliz. ¿Hay una nostalgia por las tradiciones?
No prefiero la vieja India; esa es la de las castas, la India donde unos señores decidieron que ciertas personas eran intocables. No hay nostalgia de la vieja India; pero con la nueva sigue habiendo castas. La nueva economía está creando una destrucción que no habíamos visto antes, la devastación del paisaje… La nueva economía no está basada en una nueva estructura de la sociedad, sino en la misma de antes.
Las noticias que nos llegan es que cada mes millones de indios se incorporan a la clase media.
Eso es verdad, pero también es verdad que los pobres son mucho más pobres. Hay una enorme clase más baja que la clase baja. Hay una economía de crecimiento, pero es una economía que no crea trabajo. Tenemos menos agua potable que la que teníamos. El crecimiento se está haciendo a un coste muy alto.
Su lucha contra la desigualdad y a favor de “los desolados”, a los que dedica la novela, la han convertido en la voz de los sin voz…
No creo que haya gente sin voz, no existe ese tipo de personas; la tienen, pero se la quitan de forma deliberada. El sistema no quiere oír algunas voces. Yo no hablo en nombre de nadie. En mi opinión, el sistema indio es profundamente inmoral, empezando por las castas; recientemente el Gobierno ha pretendido celebrar la masacre de jóvenes de Cachemira. ¿Tenemos que aceptar que disparen a estudiantes y violen a mujeres? ¿Cómo voy a ser una escritora si no voy a ver lo que pasa y escribo sobre ello?
¿Por qué nunca ha militado en un partido?
Un partido sí me convertiría en persona sin voz.
¿El ministerio de la felicidad suprema enfadará a todos?
Todos si eso significa establishment, pero eso no es todo el mundo. Yo formo parte de muchos movimientos de resistencia y por tanto estoy con mucha gente que dice lo mismo. Cuando callejeo por India noto que la gente me quiere. A algunos del establishment les gusta decir que soy una loca; pero no es verdad, soy todo lo contrario que una voz solitaria. Escribo contra un tipo de fascismo que existe en India; han matado a gente, han matado a escritores, pero también hay mucha gente que resiste.
Anita Nair, Jhumpa Lahiri, Vikram Seth, usted misma, por no hablar de Rushdie o Naipaul. ¿A qué se debe el éxito de los escritores indios en culturas tan alejadas como la europea?
Quizás es por la belleza, o por la pobreza, quizás porque sigue siendo ella misma. Es un país que vive en diversos siglos a la vez. Cuando paseas, te puedes trasladar de uno a otro.
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