Semanas atrás, el Presidente Lenín Moreno anunció su intención de permitir la repatriación de capitales al Ecuador. El ministro de Finanzas, Carlos De La Torre, explicó con más detalle lo anunciado por Moreno e informó que se enviará a la Asamblea una propuesta de ley para repatriar capitales en la que se eximiría de cualquier costo o impuesto que tengan que pagar los tenedores de recursos en el exterior para que los traigan a nuestra economía.
Para explicar por qué se necesitan incentivos para regresar estos capitales, es importante conocer las razones por las cuales salieron estos activos en primer lugar. ¿Por qué se expatría dinero lícito de un país en vías de desarrollo, cuando lo normal es que los inversionistas vean el potencial, lo cual resulta en ganancias a largo plazo? Deben existir razones de peso para que incluso, se haya castigado con un impuesto que subió de 0,5% a 5% a la salida de capitales.
Vale la pena aclarar que, en caso de tratarse de dinero ilícito, es decir, fondos o activos obtenidos a través de actividades prohibidas por ley, la razón para querer sacarlo del país es bastante obvia: esconderlo y lavarlo (hacer que los fondos obtenidos a través de actividades ilícitas aparezcan como el fruto de actividades legales y circulen sin problema en el sistema financiero). Por ejemplo, si el dinero obtuvo por venta de drogas; o si un funcionario público, por tener un alcance de información y contacto directo con transacciones de altísimo valor, toma dinero de las arcas fiscales y al no poder declararlo como lícito, tanto el dealer de drogas como el funcionario lo saca físicamente del país a cuentas en el exterior. Así, la ley de repatriar capitales puede ser un arma de doble filo: se obtiene dinero del exterior pero puede tratarse de dinero lavado por un delincuente (ya sea el dealer o un funcionario corrupto) y al cual de ahora en adelante tendrá facilidad de acceso.
Por el contrario, cuando se trata de dinero lícito, es decir, los frutos de actividades permitidas por la ley tales como las ganancias de emprendedores y comerciantes, son varios los motivos por las cuales se expatría este dinero. Para no entrar en el fondo moral de casos en los que empresarios obtienen favores especiales o contratos a dedo por funcionarios del gobierno desfavoreciendo al resto, partiré de la premisa que gran parte de la riqueza generada por el sector privado es dinero lícito.
A continuación, detallaré algunas posibles razones por las que los empresarios deciden sacar sus ganancias e invierten en el exterior. No es coincidencia que estas mismas razones sean las que explican por qué el Ecuador no atrae capitales extranjeros:
– Seguridad jurídica: idealmente los poderes públicos deben estar separados y aislados de intereses de pocos; los jueces deben dictar sentencias de forma independiente y conforme al derecho; la legislatura debe aprobar las leyes a conveniencia de la ciudadanía; los periodistas deben poder decir incluso lo que los políticos no quieren escuchar sin que su vida o la de su familia corra peligro. En general, cuando los inversionistas pueden cerciorarse de una confiable ejecución de los contratos, ahí podemos hablar de la existencia de seguridad jurídica. Mientras ocurra lo contrario es difícil atraer a un inversionista o pedirle al local que se quede.
– Apertura al mundo: en una economía dolarizada es crucial la apertura comercial y el libre flujo de capitales. Los productores nacionales verdaderamente competitivos y los comerciantes buscarán siempre fronteras abiertas para colocar sus productos en nuevos mercados. Sin embargo, las medidas restrictivas que ha impuesto el gobierno a las importaciones y a los movimientos de capital han sido perjudiciales tanto para productores como para comerciantes. Existen otras medidas que nos aíslan del mundo y ahuyentan la inversión extranjera tal como el impuesto a la salida de divisas (ISD). Esta medida busca evitar la salida pero logra además, con mucho éxito, ahuyentar la entrada de capital extranjero.
– Confianza en la banca: ciertas resoluciones de la Junta Monetaria y Financiera que se han emitido como el incremento del encaje bancario del 2% al 5% para las entidades que tengan activos por más de $1.000 millones, inmoviliza y restringe la liquidez que los bancos tienen depositada en el Banco Central del Ecuador. A esto se le suma otra resolución que modificó el cálculo del Coeficiente de Liquidez Doméstica, que implica la repatriación de millones de dólares. Esta resolución restringe aún más la liquidez de la banca en el exterior. Este tipo de medidas genera cierta resistencia a ahorrar en el Ecuador y una banca sólida es clave para atraer capitales.
– Mercados flexibles: medidas como el anticipo del impuesto a la renta, el pago de las utilidades a los trabajadores y la rigidez laboral, hacen que el mercado ecuatoriano sea poco atractivo para el inversionista, a pesar de la confiabilidad de su moneda.
Por otro lado, en una economía es más relevante conocer el origen que el destino de las riquezas. No es reprochable que un comerciante o inversionista ecuatoriano decida invertir en otro país si considera que tiene mayores oportunidades porque en Ecuador no hay la seguridad jurídica, flexibilidad, libertad o apertura que le brindaría mayores ganancias. Lo que sí es inadmisible es el incremento de actividades que obligue a lavar activos en el extranjero. Hecha esta diferenciación, con la novedad de que el gobierno está interesado en repatriar dinero del exterior y conociendo los escándalos de corrupción que se han suscitado en los últimos meses, es crucial transparentar la entrada de estos activos y conocer la fuente de estos ingresos.
Cuando De La Torre dice que se eximirá de cualquier pago a los tenedores de estos recursos, se espera al menos un monitoreo de quién repatría recursos. De lo contrario, esta medida podría convertirse simplemente en el alivio que necesitaban aquéllos que tienen las “manos limpias” de tanto lavar activos. Con respecto al dinero lícito, bastan medidas de apertura y flexibilización que mejoren las condiciones para conquistar inversionistas extranjeros y reconquistar inversionistas locales.
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