Los últimos acontecimientos ocurridos en Venezuela sobrepasaron el límite democrático y constitucional que tiene cabida en el contexto de las leyes internacionales. Esto ha generado reacciones de rechazo y acciones por parte de sus principales socios comerciales, entre las sanciones más graves está la suspensión del Mercado Común del Sur (Mercosur).
Venezuela, anteriormente había sido objeto de una suspensión por parte del bloque comercial el pasado mes de diciembre, el argumento de ese entonces fue el incumplimiento de las cláusulas de la alianza comercial. Pero debido a los recientes hechos traducidos en violencia, represión y en una Asamblea Constituyente con olor a fraude hoy por hoy, la nación caribeña sufre la más grande sanción que prevé la organización: el “aislamiento” de Maduro en la región.
Pero, ¿qué efectos acarrean las sanciones del Mercosur a Venezuela?
La suspensión del organismo internacional es evidente y clara. Eso significa que todos los productos venezolanos no contarán con las preferencias arancelarias al igual que los productos de otros países que no están dentro del acuerdo del Mercosur y no tienen preferencias arancelarias. Esta acción afectaría de manera importante a las exportaciones de Venezuela a ciertos países porque se le acaban las facilidades.
La medida, sin embargo, solo supone la suspensión de los derechos y obligaciones de Venezuela en el bloque y no su exclusión porque los países quieren dejar la puerta abierta para su regreso tan pronto exista un gobierno de transición y sea restaurado el orden democrático. Las consecuencias prácticas de esa suspensión son poco relevantes, lo importante de esta acción es lograr arrinconar a Maduro políticamente.
La suspensión tampoco interrumpirá los intercambios comerciales con Venezuela, ni las relaciones bilaterales de cada uno de los socios del Mercosur con ese país. La adopción de sanciones de ese tipo sí contribuiría a agravar la crisis humanitaria traducida el desabastecimiento de medicinas y alimentos.
Según información del Mercosur, desde el 2012 el flujo comercial con Venezuela de los países socios se ha reducido en un 70%. Venezuela también ha sufrido una contracción en su economía por la caída del precio del barril del petróleo, lo que afectó seriamente a sus finanzas públicas. Este tipo de retaliaciones comerciales dificultarán aún más el ingreso de divisas. En la actualidad, el 85% del flujo de divisas proviene de las ventas del crudo. Si el país no tiene divisas habrá más complicaciones y se agudizará aún más la crisis económica.
La presión internacional sobre Venezuela es una montaña rusa, su crisis ha logrado lo que nadie imaginaba: La unión de casi todos los grandes países de la subregión. Y frente al ahogo económico y la evidente presión internacional no solo de este organismo sino de la Unión Europea, México y los Estados Unidos ha dejado bien claro que la comunidad internacional condena el fraude constituyente y está dispuesta a movilizarse para aislar a Nicolás Maduro.
Si Maduro sigue en el poder solo se vislumbra un escenario centrado en una crisis económica sin un cambio de modelo y con las mismas erradas políticas de producción. El sistema privado asfixiado en gran medida por todo el aparataje estatal, y con estas condiciones es difícil que Venezuela pueda tener un respiro económico.
La recuperación de la economía de Venezuela podría tardar al menos 10 a 12 años, puesto que la salida a la crisis pasa por desmantelar todo un aparataje político enquistado en el sector petrolero y productivo del país.
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