Guayaquil pudo vivir una fiesta cívica sin las consabidas agendas paralelas del Municipio y del Gobierno, sin el pulso por ver quién pone más altos los parlantes o quién hace más bulla. Fue un día de una agenda conjunta. Gobierno local y Gobierno central juntan esfuerzos para sacar adelante programas de vivienda tan necesarios en el país.
Hubo menos bulla y más anuncios; menos bulla de la que armaron funcionarios del Gobierno y altos directivos del oficialismo contra una empresa estatal agobiada por una crisis que no es nueva. Para esas autoridades fue un motivo de festejo haber permanecido en el avión a TAME hasta que las llevaran a su destino.
El incidente de TAME solo reveló que algunos funcionarios y altos cargos del oficialismo siguen en el mundo donde lo público importa siempre y cuando sirva a sus intereses. ¿Qué habría pasado si los que se negaban a bajar del avión por cuestiones de seguridad aeronáutica no eran funcionarios públicos? ¿Cuál habría sido su suerte?
Otra, de seguro. Y mientras tanto en las carreteras se siguen dibujando corazones azules porque el país sigue sufriendo por la irresponsabilidad de algunos conductores. Hay leyes muy condescendientes con los gremios de transporte, así como hay leyes muy severas con sectores llamados a reactivar la economía en épocas de crisis, como el de la construcción. Una señal de cambio, sin duda, ha sido el anuncio de la revisión de la Ley de Plusvalía, aprobada y festejada por la anterior administración como si fuera una trofeo de batalla, de una batalla contra las protestas de la Shyris.
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