ahora es uno de los hombres más temidos por los presidentes y altos funcionarios de América Latina. Hasta 2016, Tacla trabajó como letrado del Departamento de Operaciones Estructuradas de la constructora brasileña Odebrecht, la hermética unidad de negocios especializada en comprar voluntades.
Campañas electorales, regalos, fiestas, prostitutas… Todo valía para agasajar al político, según la entrevista realizada por El País. Como contrapartida, presidentes y jefes de Estado correspondían a la firma con contratos de obra pública, principal fuente ingresos de la mayor constructora de América Latina. Una mole con 168 mil empleados y tentáculos en 28 países. Ahora está acusado de soborno, blanqueo y pertenencia a organización criminal y será juzgado en España después de que la Audiencia Nacional rechazara su extradición a Brasil.
¿Cómo actuaba Odebrecht?
La constructora lo arreglaba todo pagando. Repartía comisiones al funcionario más bajo de la Administración y al jefe de Estado.
¿Y cómo se aproximaba al poder?
El primer contacto se establecía en la campaña electoral. Odebrecht corría con los gastos del marketing político de los candidatos. Tenía un acuerdo con el publicitario João Santana [responsable de las exitosas campañas de los expresidentes brasileños Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff]. La constructora sugería después las obras que se incluían en los planes de gobierno.
El político devolvía el favor cuando alcanzaba el poder…
Sí. El dirigente incluía en su plan de Gobierno las obras que le interesaban a Odebrecht. La constructora, en algunos casos, asesoraba a los países sobre cómo conseguir financiación a través de organismos como el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
¿A cuántos funcionarios, candidatos y presidentes sobornó Odebrecht?
A más de 1.000. A través de la firma, cobraron desde gerentes de empresas públicas a jefes de Estado. Solo en Brasil hay 500 personas afectadas. Y existen políticos y altos funcionarios brasileños cuyos nombres todavía no han trascendido.
Odebrecht abonó en 2016 la mayor multa de la historia -2.231 millones de euros- a los Gobiernos de Brasil, Suiza y EEUU para poder volver a presentarse a concursos públicos. La constructora reconoció con este acuerdo que desde 2001 repartió sobornos en 12 países. ¿Le consta la existencia de más Estados implicados?
Sí. Por ejemplo, la empresa desembolsó tres millones de euros en enero de 2016 al primer ministro de Antigua y Barbuda, Gaston Browne. El pago se hizo a través del diplomático de este país Casroy James. El dinero buscaba que Antigua y Barbuda no comunicara a las autoridades judiciales de Brasil los movimientos en el Meinl Bank, una entidad local adquirida por Odebrecht y que se utilizó para blanquear los fondos de los sobornos.
Aunque Browne recibió tres millones, la operación le costó a Odebrecht 10,5 millones. La mayor parte de ese dinero acabó en el bolsillo de varios directivos de la constructora y del Meinl Bank. La decisión [del presunto soborno de Browne] se adoptó en septiembre de 2015 durante una reunión en el hotel Intercontinental de Madrid a la que yo mismo asistí.
¿Puede explicar cuál era la misión de ese pequeño banco de Antigua y Barbuda comprado por la constructora?
El Meinl Bank era una tapadera en ese paraíso fiscal del Caribe. Tenía solo tres empleados en una pequeña oficina. Su sede en São Paulo estaba en el consulado. Era el centro neurálgico desde el que se hacían los pagos irregulares. De ahí se transfería dinero a otros bancos como la Banca Privada de Andorra (BPA), una entidad clausurada en 2015 por corrupción. Mediante pagos internos se evitaba dejar rastro y eludir las huellas de los fondos cuando se incluye el Swift (código de transferencia internacional).
¿Qué papel jugaron en la estructura de blanqueo la Banca Privada de Andorra (BPA) y su filial en España, Banco Madrid?
La BPA era el banco encargado de los pagos finales. Odebrecht abría cuentas en esta entidad a nombre de Personas Políticamente Expuestas (PEPs), cargos públicos susceptibles de lavar dinero. La constructora ordenaba transferencias al BPA desde su banco en Antigua y Barbuda. Después, el dinero en el BPA se traspasaba a través de movimientos internos –ajenos a los registros– hasta las cuentas de los beneficiarios.
¿Cuánto gastaba la empresa al año en comisiones ilegales?
Cerca de 260 millones de euros. El dinero se movía en efectivo, a través de cuentas en paraísos fiscales y transferencias internacionales. La constructora, por seguridad, nunca pagaba en los países de origen del beneficiario. Y usaba el Meinl Bank para enviar fondos a Personas Políticamente Expuestas (PEP), que es como se denominan los cargos públicos susceptibles de cometer blanqueo. Así se hizo llegar dinero a Michelle Lasso, una persona próxima al presidente de Panamá, Juan Carlos Varela.
¿Quién ideó el esquema de lavado de fondos?, ¿quién era el cerebro?
No hay un cerebro. Hay un banco como cerebro: el Meinl Bank de Antigua y Barbuda. El empleado del Departamento de Operaciones Estructuradas (la oficina que repartía los sobornos), Luiz Eduardo da Rocha Soares, ideó el sistema. Él fue también el responsable de la compra del Meinl Bank. Había dos directivos de la constructora que eran accionistas de esta entidad en Antigua y Barbuda sin que la empresa lo supiera.
¿Cuántas empresas manejaba Odebrecht en paraísos fiscales?
Más de un centenar. Yo llegué a la constructora en 2011. Pero la estructura ya existía desde 2006.
El presidente de la firma, Marcelo Odebrecht, fue condenado a 19 años de prisión. Junto a él, otros 77 cargos de la empresa colaboraron con la Fiscalía brasileña a cambio de reducir sus penas. Odebrecht ha reconocido el pago de 677 millones de euros en sobornos. ¿Es correcta la cifra?
No. Un exdirectivo del Meinl Bank declaró que esta entidad movió 2.200 millones de euros. Y este banco trabajaba en exclusiva para Odebrecht. No tenía clientes normales.
¿Por qué Odebrecht aceptó un acuerdo que suponía un reconocimiento de culpabilidad?
Porque existía mucha presión de los empleados. Si los directivos no hubieran accedido al acuerdo, los trabajadores lo habrían hecho individualmente. Y la empresa no habría controlado el proceso.
¿Se pagaron sobornos en especie?
Sí. Odebrecht intentó en 2014 regalarle un avión al expresidente de Panamá Ricardo Martinelli. El político lo rechazó. La constructora quería quedar bien con Martinelli y con el candidato de su partido (el oficialista Cambio Democrático) que concurría a las elecciones generales de 2014, José Domingo Arias, Mimito.
Odebrecht también organizaba fiestas. Y enviaba mujeres desde Brasil a celebraciones con políticos en Panamá y República Dominicana. Era la forma de la constructora de expresar su agradecimiento. Aunque luego eso también se convertía en un chantaje…
¿Se hacían fotos en esas fiestas?
Sí. Y se guardaban. El responsable de Odebrecht en Panamá, André Rabello, sabía cómo utilizar esas fotos. Rabello también manejaba información sobre las esposas y las relaciones extraconyugales de los políticos panameños. La constructora hacía regalos a sus mujeres.
¿Odebrecht sabía que las esposas y amantes de los dirigentes recibían sobornos?
Sí. La constructora arreglaba la vida financiera de las esposas de los políticos. Sobre todo de las exesposas.
En Brasil, Odebrecht ha reconocido el pago de 303 millones de euros en sobornos para recibir contratos de obras por valor de 1.600 millones durante las presidencias de Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff…
La cantidad fue mucho mayor. Se desembolsaban 130 millones de euros al año en comisiones. El dinero se entregaba en efectivo y por transferencias. Cobraba hasta el conserje. Los sobornos salpicaron a todos los partidos. De derecha, izquierda… De Gobierno, oposición,… Y no hay solo políticos entre los beneficiados… La empresa apostaba. Por ejemplo, en la pugna entre Lula y Dilma, Odebrecht prefirió a Lula.
La firma ha confirmado que en Colombia abonó 10 millones de euros en sobornos para recibir contratos por valor de 43 millones entre 2009 y 2014, ¿es correcta esa cantidad?
No conozco a fondo el caso de Colombia, como tampoco tengo detalles de la situación en Argentina, Perú, Venezuela o Guatemala. Pero las cifras de Colombia reconocidas por la empresa son muy bajas. No creo que Odebrecht tuviera una estructura en el país por solo 43 millones de euros.
Y en Ecuador, la constructora ha admitido que destinó 29 millones de euros a comisiones ilegales para obtener contratos por valor de 100 millones durante el mandato del presidente Rafael Correa (2007-2017). ¿Qué dirigentes ecuatorianos están implicados?
Acabo de responder en España a una comisión rogatoria -solicitud de auxilio judicial entre Estados- de Ecuador. He informado de que el exministro de Electricidad del Gobierno de Rafael Correa, Alecksey Mosquera, cobró una comisión de 870.000 euros a través de la Banca Privada de Andorra (BPA), donde tuvo una cuenta. Desconozco porqué Mosquera cobró esa comisión.
¿Qué nos puede decir de México?
Pues que Odebrecht creía que el presidente de México iba a ser el exdirector general de la petrolera estatal Petróleos Mexicanos (Pemex), Emilio Lozoya Austin. Y le gustaba esa idea. La constructora tenía mucho interés en Lozoya.
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