La violencia genera más violencia y quienes más mueren son las mujeres

La violencia viene de todos los lugares y ningún sitio es seguro para las niñas, adolescentes y mujeres. Hoy en día el maltrato se vive en cualquier ámbito: en la casa, en el trabajo, en el autobús, en la calle, (…) en una subvaloración o explotación de la capacidad de las mujeres que incluso podría terminar en la muerte.

Así ha quedado demostrado históricamente en una sociedad como la ecuatoriana.  Los datos revelados y reconocidos por el Gobierno muestran cómo cada día las mujeres son menos valoradas, menospreciadas y, al ser deshumanizadas, son vulnerables a cualquier tipo de violencia: sexual, psicológica, violencia física que puede llegar al asesinato. Una violencia que las convierte en cuerpos desechables. Solo en lo que va de 2017 en el Ecuador han ocurrido 69 femicidios.

Según varios estudios realizados por el Instituto de Estadísticas y Ciencias como el que publicamos recientemente con la organización internacional Plan internacional y la Universidad de San Francisco de Quito (USFQ) sobre los patrones culturales de violencia en contra de las niñas, ha quedado demostrado que la disciplina como castigo y el castigo relacionado con formas de violencia ha llegado a normalizar el abuso sexual. Estas son conductas que vienen principalmente del hogar y se heredan de generación en generación.

La más extrema traducción de la violencia de género es el femicidio en la escalación del conjunto de factores de desigualdad económica, política, religiosa, cultural y social de las mujeres con relación a los hombres. El femicidio es la expresión extrema de la sanción social de una sociedad que no valora a las mujeres como iguales y ejerce su poder.

Mi lectura como antropóloga y especialista en estudios de género, es que existen varios factores por analizar. En el país se ha trabajado desde los derechos humanos en la equidad de género a través de diferentes herramientas, con la finalidad de equilibrar la cancha de juego que históricamente ha estado bastante desnivelada. Pero existen aspectos como el cultural y estructural que no se han abordado lo suficiente.

El mensaje de que las mujeres, niñas y adolescentes más vulnerables deben mantenerse en su casa no funciona, pues su hogar tampoco es seguro porque podrían sufrir algún tipo de violencia intrafamiliar o de inseguridad. Por ello es necesario trabajar con los patrones socioculturales de tal manera que las familias y la sociedad valoren de manera equitativa a las niñas, adolescentes y mujeres.

La familia es la primera institución que podría cambiar los patrones de violencia. No es un hecho aislado. Si los niños y las niñas son disciplinados con castigos de diferente índole, van a ser después sea víctimas o victimarios, al crecer en un ambiente de violencia intrafamiliar. Es importante promover este tema desde la familia, porque la violencia genera más violencia y quienes mueren a manos de alguien cercano, son las niñas, adolescentes y mujeres

En este momento hay una coyuntura política importante. El presidente Lenín Moreno ha propuesto una cruzada nacional en contra del femicidio. Quienes trabajamos en la prevención de la violencia debemos aprovechar el escenario para avanzar mientras éste perdure, porque la voluntad política en estos temas usualmente no se sostiene en el tiempo, es coyuntural.