La educación es una inversión tan fructífera que recompensa de múltiples maneras, por lo que un sistema educativo fuerte y eficaz resulta en el mayor rendimiento de los estudiantes. Las instituciones educativas donde el sistema es afectivo y la administración está dispuesta a proporcionar la calidad de los servicios tendrá cada vez más estudiantes brillantes y talentosos. Para que la institución sea progresiva y eficaz, el conocimiento de las expectativas de los estudiantes, las preferencias académicas y la percepción de calidad sobre el entorno educativo deben ser mantenidos por las autoridades superiores de la institución (Palacio, Meneses, & Perez, 2002).
En un mundo de rápidos cambios, la necesidad percibida de una nueva visión y un nuevo modelo de educación superior centrada en el estudiante, requiere reformas profundas, así como una renovación y/o actualización de los contenidos, métodos, prácticas y medios de transmisión de conocimientos, que deben basarse en nuevos tipos de vínculos y asociaciones con la comunidad y con los sectores más amplios de la sociedad. Estamos ante el desafío de enseñar a jóvenes del siglo XXI con estrategias cada vez más dinámicas e interactivas, y no con una metodología del siglo XX.
El competitivo mundo de hoy, conlleva a que los jóvenes y futuros profesionales cuenten con competencias que le permitan adaptarse al mismo y puedan desenvolverse en un ambiente tan cambiante y de importantes (y constantes) retos en diferentes ámbitos (personal y laboral).
De igual forma, las universidades deben mejorar sus resultados de investigación, y aumentar la producción de patentes, esto en concordancia con aumentar el porcentaje del PIB que se invierta en Investigación y Desarrollo (I + D), lo que permitirá atraer nuevos talentos tanto docentes como estudiantes. Una mejor integración regional, comunicación y toma de decisiones podría ayudar a impulsar la investigación, afirma McKenna (2017).
Por ende, el competitivo mundo de hoy, conlleva a que los jóvenes y futuros profesionales cuenten con competencias que le permitan adaptarse al mismo y puedan desenvolverse en un ambiente tan cambiante y de importantes (y constantes) retos en diferentes ámbitos (personal y laboral). Por lo que es indispensable que en los currículos cuenten con lo siguiente:
(1) pensamiento crítico y resolución de problemas,
(2) Liderazgo y trabajo en equipo,
(3) Adaptarse al medio en que se desempeña,
(4) Iniciativa y capacidad de emprender,
(5) Comunicación oral y escrita en forma clara y efectiva,
(6) ética, valores y derechos humanos,
(7) Manejo de herramientas tecnológicas,
(8) aprendizaje de un segundo idioma y
(9) la experiencia internacional (Multiculturalidad). Muchas instituciones de educación trabajan en ellas, aplicando diversas estrategias y métodos, pero es preciso indicar que dado el mundo interconectado en el que nos desenvolvemos deben estar reflejadas (ineludiblemente) todas ellas, en un currículo internacionalizado. Asimismo, las conexiones personales que realicen, ayudará a que generen una importante red de contactos con miras a su futuro éxito profesional y personal.
Pero el aprendizaje no debe llegar hasta lo visto en un aula de clase en su paso por la universidad, el aprendizaje es a lo largo de la vida de ahí que la educación ejecutiva juega un rol fundamental en las expectativas laborales de las personas, porque constantemente debe aprender nuevas temas para adaptarse a los diversos retos que el entorno laboral pondrá en su camino. Ante esto, es preciso reconocer cuáles son los conocimientos que deben adquirir, porque no todo será igualmente útil para los roles que deba desempeñar, José Marina (2017) señala que el learnability es el deseo y la habilidad de aprender rápida y eficazmente, dado que es importancia a la capacidad de aprender, puesto que el mundo de la empresa cambia con mucha rapidez, lo que conlleva una actualización constante, los jóvenes que se gradúan de las universidades tendrán que reciclarse entre 10 y 14 veces a lo largo de su vida laboral, lo que exige una capacidad de aprendizaje muy amplia. Es decir, el deseo de aprender no estará motivado por la ignorancia sino por la necesidad de desarrollo profesional, porque aquellas personas que pasan con facilidad de un conocimiento a otro, hará que las personas lo valoren más y por ende a los sistemas educativos. Derivado de la anterior, se evidencia la necesidad de que las universidades ofrezcan una educación ejecutiva que se adapte a las necesidades del entorno, y que los contenidos que se brinden sean de fácil captación, y sobretodo prácticos y experienciales.
Las universidades deben repotenciar sus facultades y abrir nuevas opciones acorde lo que demanda del mercado, haciendo el análisis de pertinencia y calidad para reclutar profesores expertos en los nuevos campos académicos que desean desarrollar de cara a brindar las nuevas carreras del futuro, por eso es imprescindible que las mallas curriculares consideren aspectos como nuevas tecnologías de la información y comunicación, idiomas, ética, entre otras materias.
Finalmente, las instituciones de educación superior deben proporcionar a los estudiantes la oportunidad de desarrollar plenamente sus propias capacidades con un sentido de responsabilidad social para que sean ciudadanos bien informados y motivados, dotados de un sentido crítico capaz de analizar los problemas de la sociedad; educándolos para que participen activamente en la sociedad democrática y promotores de cambios que fomenten la equidad y la justicia, teniendo la capacidad para elegir. Por ello las universidades deben repotenciar sus facultades y abrir nuevas opciones acorde lo que demanda del mercado, haciendo el análisis de pertinencia y calidad para reclutar profesores expertos en los nuevos campos académicos que desean desarrollar de cara a brindar las nuevas carreras del futuro, por eso es imprescindible que las mallas curriculares consideren aspectos como nuevas tecnologías de la información y comunicación, idiomas, ética, entre otras materias; así como también estar muy atentos a los cambios en el mercado para captar las necesidades latentes del mismo y transformarlos en cursos al alcance de los profesionales.
Es precisa la colaboración entre los diversos actores del entorno educativo de una sociedad (gobierno, empresa, universidades, profesionales y estudiantes) para garantizar así las bases para un crecimiento y desarrollo económico.
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