Un expresidente ha estado convocando a una guerra contra todo aquel que en redes sociales diga algo que le incomode. Una guerra en la que pide identificar nombres, apellidos, direcciones de sus detractores, así sea un simple tuitero, en un claro afán intimidatorio con el fin último de silenciar cualquier crítica a su administración, como si esa administración de lo único que hubiera pecado es de ser perfecta, pulcra y brillante.
En psiquiatría y psicología, el delirio es un síntoma propio de las psicosis. Wikipedia recuerda que en psicopatología se define al delirio como una creencia de que se vive con una profunda convicción a pesar de que la evidencia demuestra lo contrario. ¿Que alguien se autocalifique como comandante en jefe de unos guerreros digitales anónimos no es propio de esta psicopatología?
Que un expresidente llame a una guerra cuando el Gobierno de su mismo partido intenta levantar un proceso de diálogo nacional con todos los sectores de la sociedad es, sin duda, algo digno de estudio. El expresidente necesita recordar que ya solo es expresidente y que hay otro Presidente al que respaldó en las elecciones y que él es quien gobierna ahora.
Facebook, por lo pronto, ha dado de baja ese llamado a la guerra de guerreros digitales anónimos y ha recordado al expresidente que en redes sociales hay reglas comunitarias donde todos merecen respeto.
Son reglas comunitarias hechas también para Melkor, llamado Morgoth, Bauglir o Belegurth en el universo fantástico creado por el escritor inglés J. R. R. Tolkien, el primer Señor oscuro, el creador de los Trolls que supuestamente iban a formar una raza tan poderosa como la de los Ents.
Los Trolls doblaban en estatura y corpulencia a los hombres más grandes y tenían una piel verde y escamosa; eran duros y resistentes como la roca, pero en la brujería que les alumbró hubo un fallo fatal: a la luz del sol se convertían en piedra. Los trolls, los guerreros digitales modernos, solo podían sobrevivir en la oscuridad.
Así que mientras las redes sociales se inundan con llamados a guerras de guerreros digitales anónimos con temor de salir a la luz, el Gobierno ha comenzado con un proceso de apertura y diálogo y la primera buena noticia es que al menos este 25 de julio Guayaquil no vivirá dos sesiones solemnes, con una tratando de boicotear la otra.
Y Modesto Correa, de la Universidad Casa Grande, trata de dar luces sobre un espinoso asunto, el caso Odebrecht. ¿Qué significan las disculpas públicas de la constructora brasileña y para qué?
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