El ataque químico en Siria redunda en pérdida de vidas humanas, en particular de niños y ha causado conmoción internacional. Ese hecho específico debe ser también entendido en un contexto mucho más amplio de una nación que está varios años en conflicto en Medio Oriente, en donde miles de vida se han perdido y existe una terrible destrucción.
Esto se dio a partir de una rebelión local en contra de una tiranía hereditaria y se ha transformado en una lucha por la dominación regional. Siria posee grandes recursos no renovables y puede ser vía de tránsito y comercialización de los mismos lo cual la sujeta a intereses regionales y globales. Entonces, ese conflicto de intereses genera un marco amplio de esta acción específica y puntual que afecta no solo la situación de autodeterminación de Siria, sino a su vez del conflicto por la lucha global contra el terrorismo.
Los efectos de la intervención de Estados Unidos
A partir de la intervención aérea de Estados Unidos, la situación en Siria se modifica en tres dimensiones: la primera es que aleja una posible solución negociada del conflicto a través de sentar a las mesas de diálogo a todas las partes interesadas – en el corto plazo, que es lo que normalmente se ha buscado desde diferentes actores, ya que complejizan muchas de esas alianzas cambiantes que existen entre los diferentes intereses y la superposición de múltiples conflictos. No podemos olvidar que la situación en Siria particularmente se caracteriza por varios conflictos étnicos, religiosos, políticos y sociales.
En segundo lugar, Estados Unidos ha escogido enviar una señal de fuerza global, pues al ser una potencia adopta una posición y esto va a definir la política exterior del presidente Donald Trump que hasta ese momento era difícil de entender desde el lado de los observadores internacionales. Al optar por esta posición se le va a tornar difícil volverse a presentar como un líder de la Defensa de los Derechos Humanos y Policía de Paz a nivel global. Se tomó una decisión de acción sin el Mandato del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y sus consecuencias son irreversibles.
De hecho, en tercer lugar, esta decisión que ha tomado Estados Unidos con un régimen entrante, con las características de la personalidad que tiene su líder político pudiese exponer la seguridad internacional también a través de un debilitamiento de la institucionalidad legal de las Naciones Unidas. Ese es el debilitamiento a su capacidad de coerción y de su legitimidad para poder coordinar la cooperación internacional y mantener la paz, a través del respeto de los derechos inalienables de los Estados. Pues existen principios inquebrantables, uno de ellos es el principio de no intervención y el respeto a la soberanía de los Estados. Una acción de este tipo puede dar un precedente para que cualquiera de las otras potencias que integren el Consejo de Seguridad actúen de igual forma. En ese sentido, esa debe ser una de las principales preocupaciones de la comunidad internacional y en particular de un país como Ecuador que forma parte de las Naciones Unidas y de su población.
Este ataque es parte de una política exterior difícil de entender en su máximo alcance, por un lado Donald Trump abandera una compleja política migratoria, no solo en términos de movilidad regional o global, sino que además se le ha prohibido el ingreso de cualquier tipo de refugiados a su territorio. A eso se suma el recibimiento de presidentes como el de Egipto, Abdelfatah Al-Sisi, que tiene un historial negativo en relación al respeto por los Derechos Humanos, entonces, esto le pone a Estados Unidos en una situación delicada al momento de entender su política exterior.
Sin embargo, sí se puede observar un cambio radical en la retórica del régimen porque durante las elecciones, Trump se mostró muy escéptico a esa visión injerencista de Estados Unidos porque priorizaba la solución de problemas internos e inclusive en temas de Siria usó una retórica anti-cambio de régimen. El secretario norteamericano, Rex Tillerson, indicó días previos al ataque que la suerte de Siria debería ser decidida por los sirios y a los pocos días su presidente decidió bombardear. En primera instancia el bombardeo se podría pensar como una desviación del programa de America First, por otro lado se podría concebir que el Presidente Trump y su administración han comenzado a observar la acción internacional como vehículo para solucionar sus procesos internos y entender que un fortalecimiento internacional puede redundar en un nuevo balance de poder global que facilite America First. Tanto por las dinámicas económicas asociadas como por la conformación de nuevos respaldos y coaliciones internas hacia una administración.
Pero hay que dejar claro que si el régimen Sirio fue el que usó las armas químicas debería ejecutarse una acción internacional, lo cuestionable es que se ha procedido a accionar antes de haber confirmado esa acción y haber concertado esa acción con la colectividad global.
Hay que recordar que el presidente Barack Obama, en esa línea mantuvo una intervención permanente en Siria, lo que no pudo realizar fue un ataque coordinado y aprobado por el Congreso, pero mantuvo un flujo de armas y toda una acción estratégica en Medio Oriente. Sin embargo no pudo concretar una acción en el 2013 a partir del ataque químico que en ese momento también se le atribuyó a Bashar al Ásad, pero esto no puede entenderse como una incoherencia de la política exterior estadounidense.
Sin embargo, existen preocupaciones con respecto a la situación política doméstica que enfrenta el presidente Trump. Por un lado no ha logrado tener el apoyo del gobierno para remplazar al sistema Obamacare, además enfrenta una situación económica bastante compleja, en particular sobre su deuda externa y recientemente recibió la visita del presidente de china, Xi Jinping, entendiendo que ese país es uno de los principales tenedores de su deuda y maneja un gran peso en la geopolítica internacional.
Por otra parte, Donald Trump, en el 2013 -cuando estaba en su precampaña electoral- llamó la atención al presidente Obama de que no se preocupara por problemas externos y que se enfocara en solucionar los líos internos de su país. Entonces, esta agresión pone a la política exterior de Estados Unidos en un rumbo que no era el que inicialmente se concibió pero que puede entenderse como un llamado de atención a las fuerzas a un nuevo contexto de diálogo.
Esto es un patrón de comportamiento de Norteamérica, pues apenas Trump llegó al poder rompió la negociación del Tratado de Comercio Transpacífico con Europa para renegociar los términos. En ese sentido, el ataque realizado en Siria -que ha costado la vida de civiles- podría entenderse como un llamado a todos los actores y entablar una negociación en base a términos distintos que pueden ser de cambio y de relacionamiento que buscaría reposicionar a Estados Unidos en un ámbito en el que la acción del presidente de Rusia, Vladímir Putin, ha venido marcándose con fuerza en los últimos años. Rusia ha marcado respeto de derecho internacional porque Putin ha pasado por las Naciones Unidas, ha tenido consensos y se mantienen en posición de defensa a las acciones que Siria pueda tomar al momento de solucionar sus problemas, pues son intereses en esa región son altos. Por ello, la complejidad de este tema atraviesa el rol de estos grandes actores y sus alianzas en territorio.
Los países que no intervienen en el tema de Siria no pueden pasar solo como observadores, se pueden enviar señales fuertes desde los foros regionales para crear una mayor presión de que esta mesa de diálogo también se implemente y llamar a estar partes a sentarse y negociar.
Finalmente, este tipo de acciones como el que ha tomado Estados Unidos despierta a la comunidad internacional y reafirma la necesidad de tener un respeto al derecho internacional porque es el único que puede abrir las puertas de una mesa de diálogo consensuada de un posible acuerdo. Al debilitar esta posibilidad se empeora cualquier factor subsiguiente. Igual se pensó que el acuerdo con Irán era imposible, sin embargo las fuerzas globales se pudieron alinear y logar un acuerdo. Pero, las Naciones Unidas y su fortaleza es la que puede ser ese punto medio entre los intereses de un bando y de otro. Dentro de eso es donde Latinoamérica y Ecuador están llamados a jugar un rol. Ecuador y Latinoamérica conforman una zona de paz. En efecto,, la región ha mantenido canales de diálogo y sumar esfuerzos a través de CELAC y UNASUR que se reafirman como la vía de solución para cualquiera de los conflictos.
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