Evangelina Chamorro tiene 32 años y se ha convertido en Perú en el símbolo de la lucha contra un desastre natural que deja decenas de muertos y miles de damnificados en ese país, en lo que va del año. Ella emergió de un huaico, palabra quichua que designa a una masa enorme de lodo y peñas que las lluvias torrenciales desprenden desde las alturas de los Andes.
El miércoles 15 de marzo, cuando estaba en su corral en el asentamiento humano Villa Navarra, en Punta Hermosa, uno de los distritos de Lima, escuchó un estruendo y al salir solo se vio arrastrada por una masa informe de lodo.
El lodo la comenzó a arrastrar durante incontables minutos. Tuvo que tragar lodo mientras trataba de clamar por ayuda en un ambiente desolador. Pudo ver a la gente que corría para tratar de auxiliarla. Lo único que recordaba al salir del lodo fue haber dado dos pasos hasta que despertó en una ambulancia.
Son historias de dolor y valentía que se han repetido a diario en Perú donde el clima a golpeado con muchísima más fuerza que en Ecuador.
“Fíjense cuanto está impactando en Perú el mismo invierno que estamos sufriendo nosotros. Aquí no es cuestión de suerte y azar, sino de planificación trabajo duro y buena inversión que es el mejor ahorro. Esto nos está ahorrando centenas de millones de dólares. La lógica de un estadista del sector público es el bien común”.
Eso ha dicho el presidente ecuatoriano Rafael Correa al comparar las tragedias en los dos países. Y tal vez tenga razón. Tal vez la infraestructura montada haya impedido que el país sea menos golpeado que Perú.
Tal vez el Presidente Correa tenga razón al creer que la magnitud de las tragedias en los dos países no está relacionada con dónde se ubicó el foco del desastre ni con el tamaño de los territorios de Perú y Ecuador. Ni con la intensidad de los huaicos.
Tal vez el Presidente tenga razón al decir que Ecuador ha sido menos golpeado por las obras de prevención de su Gobierno. Tal vez sí, pero en todo caso son palabras que están de más cuando un país vecino sufre tan grande desastre natural.
Tal vez en esos momentos solo caben palabras de solidaridad con los vecinos, con los hermanos peruanos, al menos hasta que la tragedia pase, porque el fenómeno inusual sigue y sus consecuencias siguen siendo imprevisibles.
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