Las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipyme) en el país tienen un rol importante dentro de la estructura productiva. Alrededor del 99 % de establecimientos están categorizados como Mipyme y, en términos de generación de empleo, estas captan cerca del 65 % del total del empleo nacional. En ese sentido tienen una incidencia importante dentro del tejido productivo nacional apareciendo, así, cuatro desafíos que deben enfrentar las Mipyme -en relación al cambio de gobierno en Ecuador- y, así, potenciar su funcionamiento a nivel del mercado nacional e internacional.
Fuentes de financiamiento
Las Mipyme requieren de fuentes de financiamiento especializadas para el sector, las cuales son, permanentemente solicitadas por las empresas. En una de las encuestas que realiza -cada cuatro meses- el Observatorio de la Pyme de la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, se observa un deterioro en cuanto a la percepción positiva que las Mipyme tienen del sector financiero nacional -tanto público como privado- en relación al acceso al financiamiento de corto y, sobretodo, de largo plazo.
Los empresarios de la pequeña y mediana empresa tienen dificultades de acceso a créditos, pues, los problemas se centran en las garantías, la tramitología -papeles, documentos que les exigen- y las condiciones del financiamiento -montos, tasas de interés, plazos, periodos de gracia-. Otro aspecto que abona a la problemática del financiamiento para las Mipyme es que, desde el lado de los responsables del sector público y privado -relacionados al sector financiero-, los productos, en muchos de los casos, aún se diseñan desde el escritorio; cuando realmente los productos deben ser diseñados en función de las necesidades reales del sector productivo, del perfil de las empresas y del entendimiento del ciclo productivo de las compañías.
Lo que se requiere es que el diseño de esos productos se lo haga a partir de diagnósticos previos de los diferentes sectores de actividad económica; para ello existen metodologías. Incluso, el mismo sector financiero podría generar alianzas con las universidades -sobre todo con las escuelas de Administración o de Economía- en donde los estudiantes y docentes podrían generar ese tipo de estudios para que den luces sobre la realidad de los diferentes sectores de actividad económica del país.
Con esto, la idea es buscar información que bien pueda ser obtenida a través de encuestas, entrevistas y -por supuesto- la observación directa, es decir, que la gente de las instituciones financieras visiten a las Mipyme, conozcan y estudien sus necesidades. Por ejemplo, no es lo mismo prestar dinero a una actividad agrícola de ciclo corto, que a una actividad agrícola de ciclo largo. Cuando se habla de ciclo largo, si alguien desea dedicarse a producir limones -citando un caso- recién en el tercer año empezará a cosechar, lo cual quiere decir que durante tres años no tendrá ingresos para financiar las necesidades de la empresa y las personales. En ese caso, al acceder a un crédito, el periodo de gracia debería ser de entre tres a cinco años.
Los fondos de capital de riesgo
Por otro lado, en el ámbito del financiamiento se requiere el diseño de lo que se denominan fondos de capital de riesgo, tanto para las empresas que recién nacen como para las empresas que ya existen, sobre todo pensando en las Mipyme. En ese sentido, las propuestas de los candidatos a la Presidencia de la República de dar créditos para los emprendedores no es el camino correcto porque cuando le dan un crédito, al poco tiempo tiene que, el emprendedor, empezar a pagar el interés y el capital en épocas en que el negocio -en la mayoría de casos- no genera los ingresos suficientes para su mantenimiento. Ahí hay un riesgo elevado y por esa razón se sugiere que lo que se activen sean estos fondos de capital de riesgo, que lo que hacen es entregar financiamiento en calidad de aporte, más no en calidad de crédito.
En esta modalidad de financiamiento el financista comparte el riesgo con el emprendedor, es decir, si el negocio no funciona pierde el emprendedor y el financista; pero si el negocio funciona ganan los dos y luego de un determinado tiempo, que son alrededor de cuatro o cinco años, el financista tiene la obligación de salir de la empresa y vender su participación, teniendo la prioridad número uno el emprendedor original gracias a que tiene la posibilidad de comprar la totalidad de las participaciones de una empresa en donde, al momento de su creación, tuvo un rol clave desde el lado de la invención del bien o servicio objeto del emprendimiento.
La capacitación
Otro desafío sobre el cual se debe trabajar es lo relacionado con la preparación de la mano de obra, siendo, para ello, una buena opción la capacitación de la gente a través de programas de certificación laboral por rama productiva, en donde existan escuelas de formación especializadas en las diferentes actividades económicas. Así, cuando un empresario requiera de trabajadores para la industria de la confección, industria química, metalmecánica, imprenta, etc., sabe que existe este espacio a donde recurrir -el de la certificación laboral-.
Dentro de esa misma línea, los programas de certificación laboral también podrían estar fortalecidos con el trabajo que se haga a nivel de los colegios técnicos cuyo propósito de estos centros de educación -sin descartar la posibilidad de escoger una educación universitaria- es lograr una inserción laboral inmediata de los bachilleres a partir de su formación técnica. El mismo Servicio Ecuatoriano de Capacitación Profesional (Secap) también se puede convertir en un buen estimulador de la generación de programas de certificación laboral por rama productiva, más todos los esfuerzos que las universidades, a través de los programas de vinculación con la colectividad, podrían dirigir sus esfuerzos hacia la generación de programas y proyectos relacionados a la formación técnica de los trabajadores que se requieren para el buen funcionamiento de las diferentes ramas productivas.
Las exportaciones hacia la Unión Europea
Un tercer desafío, al que se ve enfrentado el nuevo gobierno, es cómo lograr que la Mipyme se beneficie de la ventana de exportación que se abrió una vez que el país firmó el Acuerdo Comercial con la Unión Europea, ya que lo peor que puede suceder es que, luego de unos tres o cuatro años -cuando se evalúen los beneficios de este tratado-, se dé cuenta que las que se beneficiaron, en mayor grado, fueron grandes empresas. Ahí, precisamente, para evitar estos desbalances, el gobierno podría trabajar y crear un escenario para orientar, de forma integrada, a la Mipyme hacia los mercados de exportación.
En ese sentido, Proecuador juega un rol importante desde la óptica de la preocupación y apoyo estatal; desde el lado privado está la Federación de Exportadores (Fedexpor) y las cámaras de la pequeña y mediana empresa. Ahora, claro, para potenciar el trabajo de estos actores es necesaria una articulación directa y permanente entre los empresarios y los oferentes de servicios financieros y no financieros para Mipyme; en donde, para lograr un trabajo integrado en materia de exportación, deben difundir información para que las empresas sepan en qué países se puede vender tal o cual producto, cuáles son las características -cantidad y calidad- que se exigen de los productos a vender, cuáles son las exigencias del consumidor ubicado en el mercado meta, etc. A ese servicio de información, será necesario, también ofrecer programas serios de asistencia técnica, en donde a las empresas, pensando en el objetivo de la potenciación de las exportaciones, se les ayude -in situ- a desarrollar capacidades que les permita producir los bienes o servicios ajustados a los términos de cantidad, calidad y de oferta permanente establecidos por mercados más exigentes, como es el caso del europeo.
Del agrupamiento de empresas al desarrollo de clusters
El cuarto desafío tiene que ver con el estímulo del funcionamiento sistémico a nivel de las diferentes agrupaciones de empresas -de todo tamaño- que existen en el país. Por citar algunos ejemplos -sobre el potencial de agrupaciones empresariales que se podrían convertir en clusters- están los siguientes: en la provincia de Imbabura está localizado en Atuntaqui, el sector de la confección textil; en Otavalo, la producción artesanal de tejidos; en San Antonio de Ibarra las artesanías de madera; en Cotacachi, la confección de cuero; por su parte, en Pichincha -en Tabacundo y Cayambe- los lácteos y las flores; en la Sierra Central, a su vez está Pelileo con la producción de prendas de vestir; en Ambato, la producción de carrocerías; en Quisapincha, la confección de cuero; por su parte, en el austro ecuatoriano está Cuenca con los productos de cerámica y la fabricación muebles; en la Costa, en Manta el atún, en Montecristi los productos en paja toquilla y, así, muchos más sectores que se podrían transformar en espacios productivos en donde el pensamiento y la acción sistémica sea la base de su organización a través de la promoción, en esas agrupaciones, de los denominados clusters, es decir de campos productivos en donde las empresas trabajen de manera articulada entre ellas, eso sí, pensando y actuando no solo a nivel de las empresas productoras, sino que, también, se integre a los proveedores de los distintos factores de la producción, a los comercializadores e incluso al consumidor final; todo ello con el propósito principal de lograr un escenario en donde las empresas -MIPYME y grandes- interactúen y compartan información, tecnología y otros recursos orientados a una mejora competitiva que permita al sector mantenerse y crecer a nivel del territorio nacional e internacional.
En ese escenario de trabajo productivo sistémico -desarrollo de clusters-, por ejemplo, las empresas grandes, al tener mayor desarrollo productivo, poder financiero y ser parte de mercados nacionales e internacionales; se pueden convertir en las que jalen -de forma inclusiva- a las empresas más pequeñas para, así, lograr una mejor posición sectorial en el mercado y, de esa manera, compartir los beneficios entre todas.
Finalmente, sobre la base de lo expuesto, se debe señalar que los dos candidatos -Lenín Moreno y Guillermo Lasso- saben que una de las necesidades más sentidas por la población -en la actualidad- es la generación de empleo, la cual, como se conoce, para que sea sostenible en el tiempo debe estar levantada sobre el trabajo que haga principalmente el sector de la empresa privada -donde están las Mipyme y los emprendedores-; porque cuando un país depende de la generación de empleo enfatizando en lo que haga o deje de hacer el sector público, está comprobado que es difícil el mantenimiento -de esa dependencia- en el mediano y largo plazo a través de la apuesta al azar que está detrás de los precios altos del petróleo, el agresivo endeudamiento y/o la creación o modificación continua de impuestos.
En definitiva, sobre este escenario descrito, la gente, luego de palpar en su vida real, cada vez está más consciente que, para que la economía funcione, se requiere también de la activación del otro motor del sistema económico nacional llamado sector privado, en donde, precisamente, están todas las empresa productivas actuales y los futuros emprendedores que, para salir adelante, requieren de un clima de inversiones claro y estable, en donde haya permanencia y transparencia en la gestión de la política tributaria, laboral, societaria, de comercio exterior, entre otras; ya que solo así, de parte del gobierno, se darán señales de que las políticas vigentes en el país son de Estado, es decir, que se tienden a mantener independientemente del gobierno que se encuentre de turno.
A lo que se acaba de plantear, como es obvio, se debe añadir -como punto de partida de un Ecuador mejor- lo realizado en los últimos años en materia de infraestructura física nacional -carreteras, hidroeléctricas, aeropuertos-, lo cual, para que se vuelva productivo -que todavía es una deuda-, se potenciará, solamente, si es acompañado de la activación real y sincera de factores intangibles -como los descritos anteriormente- que se resumen en la variable denominada confianza que, desde la óptica sistémica, es el lubricante -como es el aceite para una máquina- que hace funcionar a los otros elementos que componen el sistema económico de un país.
En términos generales, como se puede ver, el país sí tiene los recursos y las fortalezas necesarias para salir adelante; siempre y cuando la reactivación productiva sea rápida, inteligente y focalizada a dinamizar la inversión nacional y extranjera -con fines, eso sí productivos- como medio para que haya más producción y las suficientes fuentes de trabajo que tanto necesita la generalidad del pueblo ecuatoriano.
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