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Kikinta, algo más que agricultura urbana o transmisión de conocimientos

Paola García
Universidad San Francisco de Quito
martes, febrero 14, 2017
Kikinta es una propuesta arquitectónica sobre agricultura urbana dedicada a la revalorización de los espacios naturales no consolidados en Quito apoyada en principios de economía sostenible, tecnología y un sentido de pertenencia a la comunidad. Es una iniciativa de la Cervecería Nacional, pero que ha sido diseñada arquitectónicamente y construida por profesores y alumnos de la Universidad San Francisco de Quito.
Tiempo de lectura: 6 minutos

Kikinta es una propuesta arquitectónica sobre agricultura urbana dedicada a la revalorización de los espacios naturales no consolidados en Quito apoyada en principios de economía sostenible, tecnología y un sentido de pertenencia a la comunidad. Es una iniciativa de la Cervecería Nacional, pero que ha sido diseñada arquitectónicamente y construida por profesores y alumnos de la Universidad San Francisco de Quito.

La idea a futuro es trabajar en camas de cultivo con especies endémicas y silvestres propias del Valle de Cumbayá, de la zona junto al área de dispersión El Chaquiñán y parque Los Algarrobos, que constituye un borde de quebrada del río San Pedro al límite con la antigua vía de tren que actualmente funciona como ciclovía.

Las posibilidades de adaptación orgánica de la agricultura, una de las actividades más enraizadas en la cultura ecuatoriana, ayuda no solo a evitar una degradación del suelo, sino a controlar una ocupación informal de áreas no destinadas a la urbanización, e impedir que se convierta en un botadero de desperdicios y basura, es decir, resulta una estrategia acertada para revitalizar áreas de borde de quebrada, creando un filtro de transición entre lo natural y lo construido.

El proyecto no es solo de agricultura ya que busca valorizar los recursos naturales existentes en la zona, el rescate de las especies vegetales endémicas y la gestión sostenible del suelo con el fin de reforzar los valores y el sentido de pertenencia de la comunidad.

El huerto ha sido dividido en cuatro áreas. La primera referente al área cubierta, constituye el área de capacitación donde se realizarán cursos, charlas y talleres para aprender a cultivar orgánicamente en zonas urbanas y por otro lado conocer y apreciar las bondades y usos de las especies endémicas.

Para estas capacitaciones, se ha pensado en la participación de varios actores, entre ellos la Agencia de Promoción Económica del Municipio (Conquito), la USFQ y otros que se irán sumando al proyecto paulatinamente.

Las tres áreas restantes, se encuentran en las áreas exteriores y corresponden a las áreas de cultivo. Se consideró un diseño de organización radial dividido en tres filas, cada una con una función específica, con el objetivo de mostrar todo el proceso de cultivo de manera práctica y clara. Esta disposición facilita el recorrido y permite contemplar el paisaje del área natural donde se encuentra implantado el proyecto.

La primera fila, la más cercana al domo constituye el área donde se encuentran los microinvernaderos que albergan en su interior las plántulas de las diferentes especies que se han colocado sobre bandejas con medidas standard. Los estudiantes también participaron en el diseño de estos microinvernaderos.

En la segunda fila, se muestran alternativas de composición de elementos realizados con pallets, que permiten la creación de una especie de macetas que se pueden replicar en los hogares. Lo interesante de esta propuesta es que se ha considerado tres diferentes alturas para que pueda ser accesible a niños, jóvenes, adultos y ancianos, brindándoles alternativas más cómodas.

Las plántulas que se encuentran en la primera fila, cuando sea el momento correcto, serán transportadas a la segunda fila. Por último, en la tercera fila se ubican las camas de cultivo que serán usadas para cultivar en sitio.

Lo anteriormente mencionado corresponde a la fase uno del proyecto, es decir: el diseño arquitectónico, la zonificación de las áreas de cultivo y la distribución en la que se trabajó con el apoyo de Conquito. En la fase 2 se definirá aspectos relacionados con la gestión de Kikinta, además de completarse los microinvernaderos.

Todo el proyecto se comenzó a diseñar en agosto de 2016, con el propósito de tenerlo listo para el Hábitat III Village en octubre del mismo año. Ha sido un trabajo conjunto de 10 profesores, alrededor de 100 alumnos, la Cervecería Nacional, Conquito y miembros de la comunidad. Sobre todo, Kikinta está pensado como proyecto de vinculación con la comunidad.

Para identificar las plantas endémicas en el borde de quebrada fue importante la participación del profesor Carlos Ruales, quien ha trabajado en proyectos de investigación relacionados con especies patrimoniales en Quito y tiene publicaciones sobre la vegetación endémica de la zona de Cumbaya.

Otro de los objetivos, ha sido, recuperar la vegetación al borde de quebrada, así como también especies de cultivo endémicas. Por lo pronto existen cuatro especies identificadas con las que se trabajará en el sector: el tomate de árbol, la mora de castilla, el taxo y la granadilla. Son productos que se sembrarán para el consumo y venta en favor de la comunidad.

En la fase dos, toda esta área debería tomar vida como fue planteada inicialmente, es decir, como un museo vivo, donde cualquier persona podrá aprender de agricultura urbana orgánica explorando nuevos conceptos que involucren especies endémicas Algunas de las plantas bebés pasarían al huerto uno para seguir produciendo, pero el objetivo principal de Kikinta es enseñar, educar y capacitar.

El Centro de Interpretación de Agricultura Urbana en Cumbayá, fue uno de los 50 proyectos internacionales seleccionados oficialmente por la ONU en el concurso del Hábitat III Village realizado en Octubre del 2016.

El proyecto preliminar empezó con la Cervecería Nacional en el huerto uno, situado a pocos metros del domo. Este huerto comunitario sirvió para apoyar a un grupo de mujeres de la comunidad de Santa Inés, quienes fueron capacitadas por Conquito. La Cervecería Nacional puso el terreno y las herramientas para preparar el suelo.

Las mujeres de la comunidad de Santa Inés, son parte de un poblado de unas 350 familias, trabajan en ese lugar todas las semanas y el sábado venden las hortalizas orgánicas en una feria hasta el mediodía.

Con Kikinta, el objetivo es promover talleres para que, no solo la comunidad de Santa Inés, sino cualquiera que tenga interés, aprenda a cultivar en sus casas, con cursos que, probablemente serán dictados por docentes de la Universidad San Francisco y otros expertos tanto de Conquito como de consultoras privadas. Será un espacio que permita una transferencia de conocimientos en temas afines a la agricultura orgánica.

Otro de los objetivos principales de Kikinta es integrar a la empresa privada, la Academia y la empresa pública en proyectos que beneficien a la comunidad para que cada uno aporte desde sus áreas de trabajo de manera eficiente y apropiada.

Desde el Colegio de Arquitectura y Diseño Interior de la Universidad San Francisco de Quito, se trató de responder a varias interrogantes: ¿Cómo intervenir en un área de borde de quebradas, considerando condicionantes de paisaje muy sensibles? ¿Qué tipo de arquitectura puede ir bien en esta zona, que pueda ser construida tanto por los mismos estudiantes como por la comunidad? Tenía que ser una propuesta que por un lado tenga una buena resistencia sísmica y por otro sea fácil construir o levantar, sin mayores dificultades o experiencia.

El método de construcción usa los principios de la Sharing Economy, a partir de la difusión del conocimiento para el desarrollo de proyectos económicamente sostenibles. La universalidad del elemento arquitectónico se consiguió con la Digital Fabrication a partir de un sistema de corte automático de piezas modulares de fácil ensamblaje y el empleo de materiales comercialmente estandarizados.

La prefabricación de piezas facilitó levantar el domo, pues podían ser ensambladas rápidamente sin necesidad de herramientas especializadas: basta un martillo, llaves inglesas y un taladro. Gracias a este sistema se pudo armar esta estructura en forma de domo, en aproximadamente cuatro días. El domo fue construido básicamente por estudiantes, con la ayuda de algunos obreros.

El domo, por su proximidad a la esfera, tiene características aerodinámicas de bajo impacto en el área natural. Los triángulos crean una estructura tridimensional que dirige las fuerzas y transmite las cargas uniformemente a través de los vértices. El triángulo es la figura con mayor estabilidad y resistencia a la deformación en la fabricación de estructuras.

Un módulo triangular equilátero es la unidad mínima irreductible y replicable en el sistema. Esta es estructura es totalmente reversible. Sus piezas son empernadas o cocidas, y el adoquín que está en la base se pude desmontar sin mayor problema. La intención es crear el menor impacto posible.

El domo fue una estructura muy popular en los años cincuenta. Desde el punto de vista sísmico es una de las estructuras más resistentes y de fácil armado. Es una construcción modular que podría montarse en cualquier lado, ya sea en Quito o en la Costa. La idea es que el domo se convierta en un símbolo y punto de encuentro de la comunidad.

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