El vicepresidente de Venezuela, Tareck El Aissami, ha entrado en la lista de los narcotraficantes más buscados de Estados Unidos. El Departamento del Tesoro lo ha incluido en el grupo de sancionados por su “significativo papel en el narcotráfico internacional”, lo que le convierte en el funcionario venezolano más alto en ser castigado por Washington.
Las agencias involucradas en la decisión han insistido en que se trata de una acción contra un individuo, no contra un gobierno, y que es el resultado de una “larga investigación”. Pero con este paso la Administración de Donald Trump abre un nuevo frente en América Latina y redobla la presión sobre Caracas iniciada por su predecesor, Barack Obama, según El País.
El vicepresidente venezolano figura en la lista de sancionados junto al empresario venezolano Samark José López Bello, al que Washington considera el “testaferro” de El Aissami, y 13 empresas “pertenecientes o controladas por López Bello” o sus asociados. Las compañías tienen sede en EEUU, Panamá, Reino Unido, Venezuela y las islas Vírgenes Británicas.
Las sanciones implican la congelación de cualquier bien o activo que los señalados tengan en territorio estadounidense, así como la prohibición de que ciudadanos estadounidenses realicen transacciones comerciales con los castigados.
Fuentes del Gobierno estadounidense dijeron que se estima que los bienes de los sancionados en EEUU, especialmente en la zona de Miami, ascienden a “decenas de millones de dólares”. Florida, y más concretamente Miami, es una zona privilegiada por los boliburgueses, la oligarquía que floreció a la sombra del chavismo.
Las autoridades estadounidenses han tenido a El Aissami en la mira desde hace una década, cuando docenas de pasaportes venezolanos falsos fueron a dar a presuntos miembros de Hezbollah en el Medio Oriente. Un prominente narcotraficante venezolano dijo, en 2011 que lo había sobornado a través de su hermano para que no impidiera el tráfico de cuantiosos cargamentos de cocaína.
A diferencia de México, Venezuela no ha figurado en la primera línea de ataque de la retórica de Trump. Pero es un país por el que el presidente republicano se ha interesado en repetidas ocasiones de manera más discreta.
Hace un mes, días antes de asumir la presidencia, Trump recibió en su despacho en la Torre Trump en Nueva York a un grupo de hispanos, entre ellos el exembajador guatemalteco en Washington Julio Ligorría. Según El País, el magnate había mostrado un interés particular por Venezuela y la situación de dos de los políticos opositores encarcelados por el Gobierno de Nicolás Maduro, Leopoldo López y Antonio Ledezma.
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