La política de comercio exterior de un país como el Ecuador debe estar enmarcada en una política de Estado de desarrollo nacional, que impulse en el largo plazo y de manera armónica el aumento sostenido de la inversión, el incremento de la producción y la productividad, el crecimiento del empleo, la generación de exportaciones. Debe tener como prerrequisitos: estabilidad política, seguridad jurídica, desarrollo de la competitividad nacional, apertura al comercio internacional, agilidad en procedimientos y trámites, respeto por las normas de parte de exportadores y funcionarios.
Ello debe hacerse para contribuir a que el comercio mundial sea leal y transparente; cumplir y hacer cumplir las normas internacionales y nacionales relativas al intercambio de bienes y servicios, lograr que los productores y los exportadores nacionales reciban el mejor precio por sus productos, que obviamente deben cumplir con las exigencias mínimas de competitividad (cantidad suficiente, calidad vinculada al precio, oportunidad de acceso al mercado); en consecuencia, los agentes de comercio internacional (públicos y privados), deben ser formados para aceptar las condiciones de toda compra – venta únicamente cuando esas condiciones le satisfagan. La palabra “no” y el voto negativo deben estar siempre en su vocabulario de negocio, hasta cuando les convenga la transacción y lleguen a acuerdo.
En todos los países miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC), entre ellos el Ecuador, esa política debe tener en cuenta la normativa internacional, en especial en lo que se refiere a las grandes áreas incorporadas en el Acuerdo por el cual se creó en 1994: comercio de bienes, comercio de servicios, asuntos de propiedad intelectual vinculados al comercio (ADPIC) y de forma indirecta, movimiento de capitales derivado del comercio internacional, necesario para efectuar inversiones extranjeras de gran magnitud, en países dueños de materias primas o importantes consumidores.
Además, esa política debe normar las importaciones, de manera que tengan incentivo las compras necesarias como medicinas, maquinaria y equipos no producidos, insumos agropecuarios; y, por el contrario, se graven, limiten y hasta prohiban ciertas importaciones suntuarias o que afecten a la salud, la moral y la integridad nacional.
Por supuesto que las dos políticas mencionadas y su ejecución deben estar armonizadas y en algunos casos hasta ser complementarias; por ejemplo, cuando se negocian los acuerdos comerciales bilaterales o multilaterales; pero, los ejecutores de la política comercial y el Servicio Comercial en el Exterior, deben tener la capacidad de actuar con autonomía financiera y operativa frente a la Cancillería y las embajadas, aunque los funcionarios con sede en otros países estén sujetos a control administrativo de los embajadores y a las normas diplomáticas necesarias para su vida en el exterior.
Para los embajadores y los diplomáticos a su mando sobran tareas en sus lugares de destino, en vez de dedicarse al comercio. En este mundo tan interdependiente, crear o mejorar la imagen de país, que es poco conocida y a veces mal tratada, informarse e informar sobre acontecimientos políticos y económicos de importancia para el país al que pertenecen, asistir a eventos culturales, económicos y protocolares, conocer y analizar normas internacionales y leyes nacionales de interés, organizar las agendas de las autoridades nacionales que viajan a su país de acreditación por asuntos oficiales, no es cuestión de poca monta y requiere de muchos conocimientos y destrezas, incluido el dominio de lenguas extranjeras.
Para los agentes comerciales, son labores de absoluta dedicación: estudiar el mercado del país en el que han sido acreditados; mantener e incrementar los contactos con los ministerios de comercio e industrias, las cámaras empresariales, importadores y consumidores, inversionistas de riesgo y financieros, organizaciones de transporte aéreo y marítimo; promocionar los productos exportables del país y descubrir nuevos productos de exportación potencial; además, averiguar formas de reducir los costos del proceso logístico entre el país de origen y el de destino, conseguir asistencia técnica y capacitación técnica para los empresarios nacionales.
El objetivo general debe ser: incrementar sustancialmente, diversificar y desarrollar
tecnológicamente las exportaciones del Ecuador, multiplicando los productores, los productos y los destinos, en un clima de complementación virtuosa entre el Estado, las empresas y la Academia.
Objetivos específicos que se sugiere al Estado para el año 2017, son:
Para avanzar en este proceso es fundamental organizar varias mesas de trabajo que se dediquen, entre junio y agosto 2017, a efectuar la tarea de definir el punto de partida en todos los sentidos propuestos, a preparar anteproyectos de ley necesarios y a programar técnicamente las acciones futuras.
Más notas del autor las puede encontrar en su blog Solo C que Nada C y en este portal.
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