En el mundo editorial nada esta suelto. Existe una cadena. Todo va de la mano. Por ejemplo, si hay pocas editoriales quiere decir que hay pocas imprentas que están haciendo libros. Si se editan pocas obras quiere decir que la gente no está escribiendo o no hay producción literaria.
La realidad es que la producción literaria en el país no es la más abundante, pero las razones son muchas. Primero eso no significa que no la gente no escriba, sino a que no todo lo que se escribe se puede imprimir. No todo lo que se produce puede llegar a la imprenta.
Primero hay que entender que el mundo editorial es un negocio. Si yo como autor me acerco a una editorial con una obra terminada o aparentemente terminada es para que la editorial la pueda imprimir, difundir y vender, o vender y difundir, y que las ventas de esa publicación tengan algún rédito sobre el autor.
Cada editorial tiene un proceso de selección antes de enviar un texto a la imprenta, por eso no todo lo que alguien escribe termina impreso, ya sea por un tema de presupuesto, ya sea por un tema de que la obra no cumple con los estándares de la calidad, ya sea porque el escritor no es conocido…
Por eso es falso ese mito de que no hay oferta porque la gente no lee en Ecuador, la gente sí lee pero busca novedades, actualidad y, sobre todo, buenos precios. Eso quedó en evidencia con las cifras de la última Feria del Libro organizada en Quito. La gente esperó las tres horas de descuentos de la noche para ir a comprar sus libros. En esas tres horas hubo más de 10 mil visitantes. Esas tres horas justificó la Feria.
En este país hay mercado para los libros y las librerías. Por eso si bien hay cadenas o librerías que cierran, automáticamente hay alguien más que ocupa ese nicho de mercado, pese a que las condiciones no son la mejores ya sea por un tema de acceso por precios, por una barrera comercial, por limitaciones en el centro comercial y también por la ausencia de importantes sellos editoriales, porque tal vez no ven al país como un potencial cliente o un gran consumidor de lectura.
Si alguien quiere montarse una librería de interés general, por ejemplo, solo puede recurrir a Planeta y Océano, cuando en el mundo editorial hay una infinidad de editoriales. Eso significa que cualquier librero de entrada está condenado a importar y eso de por sí encarece los precios.
La gente, además, busca montarse un negocio donde le vaya bien y por eso lo primero que busca es un centro comercial, pero no va a poder porque o ya existe una librería o la política del centro comercial es no tener más de dos tiendas con el mismo producto.
¿Por qué no tenemos librerías o buenas librerías a la calle? Por el tema de seguridad, aquí en Quito no hay un boulevard donde la gente pueda salir a caminar, no hay suficientes parqueos… Esto hace que los negocios, todo tipo de negocios, se concentren en determinados sitios que son los centros comerciales.
Y también está el tema de la producción literaria. En 2014, por ejemplo, fueron invitados a la Feria del Libro de Guadalajara los 20 talentos más conocidos o escondidos de los países latinoamericanos. Ecuador llevó una delegación de escritores, poetas, narradores, chicos de entre 18 y 25 años, y lo que más llamó la atención es que todos tenían hasta dos obras publicadas, pero con editoriales de afuera.
Eso da entender que las editoriales de aquí no creen en el talento que tenemos, no ve a la generación de escritores de ahora como grandes apuestas comerciales, porque la editoriales buscan también rentabilidad, tener un libro que les ayude a financiar lo otro que no se vende tanto.
Uno de los grandes problemas del mundo editorial en Ecuador es que las editoriales locales están en lo mismo o publican lo mismo. Entonces esto es como una fiesta en donde están los mismos todo el tiempo y como consecuencia los que quieren entrar no pueden ser visibilizados.
El negocio de las editoriales y las librerías tienen futuro en el país siempre y cuando se replanteen su visión y estrategia de negocios. Porque esto es como cualquier otro negocio.
El Fondo de Cultura Económica, por ejemplo, se ha preocupado mucho por los jóvenes y los niños. Hay una ludoteca que todos los sábados organiza el cuenta cuentos, para que los niños adquieran el hábito de la lectura, no necesariamente en papel, que puedan leer también en forma digital. Hay una nueva librería que se llama Libraria que estuvo en la Feria del Libro y fue el mejor stand por la gran cantidad sellos juveniles, infantiles…
Entonces hay espacio para que las librerías se acomoden, pero desafortunadamente las prácticas comerciales no han cambiado, porque hay quienes piensan que abrir una librería es pedir los libros, ponerlos en la estantería y esperar a que se vendan.
Una cosa, además, debe estar claro que el futuro del mundo editorial en este país está en las editoriales universitarias, que son las que experimentan y experimentan. Ahí hay una masa crítica de estudiantes de las facultades de literatura, profesores que también quieren escribir, pero no tienen acceso a las editoriales comerciales como tal, porque los grandes grupos lo que buscan son réditos comerciales.
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