El país, al parecer, recién comienza a abrir los ojos. El acuerdo comercial con la Unión Europea no solo era abrir las puertas de dos fronteras para facilitar el libre comercio, sino el respeto de la reglas de juego en el comercio y una de ellas era la denominación de origen.
Ahora se sabe que solo hay dos ítems ecuatorianos que tienen una denominación de origen (paja toquilla y cacao), un tipo de indicación geográfica aplicada a un producto agrícola o alimenticio cuya calidad o características refieren al medio geográfico en el que se produce, transforma y elabora. Europa tiene muchos, sobre todo en el sector lácteos.
El auge de la industria de lácteos en el país impulsó el desarrollo y la puesta en el mercado de muchos productos que nada tienen que envidiarle a los de la Unión Europea, pero en el camino se olvidó del sello, del aroma local.
La denominación de origen obligará a cambiar el sello o la etiqueta a muchos quesos que ya se volvieron de consumo diario en el país por su calidad, pero más que un problema ese es un primer reto que deberá enfrentar el sector productivo, porque si de algo pueden enorgullecerse los ecuatorianos y latinoamericanos es de su creatividad.
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