Después de las declaraciones de Donald Trump de que Estados Unidos no será parte del Acuerdo Transpacífico se ratifica la intención del flamante Presidente de establecer una política comercial de tipo proteccionista para ese país. Es un freno al avance del comercio pacífico entre Latinoamérica, América del Norte y Asia que estaba caminando. La idea era liberalizar de manera progresiva el comercio y potenciar las exportaciones y las importaciones, pero con la salida eventual de Estados Unidos es un duro golpe y más con lo que representa USA en número de consumidores y posibilidades de encadenamientos productivos.
Sin embargo, solamente se retiraría Estados Unidos pero se mantienen en la negociación los demás países que quieren crear un mecanismo de facilitación del comercio en todo lo que respecta a lo arancelario y lo no arancelario. Este bloque transpacífico ha venido negociando la estandarización de procesos en materia fitosanitarias y sanitarias, justamente para facilitar el comercio.
Estados Unidos tiene una visión muy hacia adentro, que se afianza en el modelo propuesto por el nuevo gobierno. En los próximos cuatro años se ve un Estados Unidos con tinte proteccionista, es decir que sustentará su crecimiento en el apalancamiento de la industria nacional cuidándose mucho de la competencia. Bajo esa óptica lo que se busca es no vincularse ni comprometerse en más aperturas, en más facilidades que permitan el acceso de productos de la región y de Asia, sino más bien en facilitar el desarrollo y la creación de empresas estadounidenses, a través de una política tributaria menos fuerte y reduciendo impuestos.
Pero las naciones necesitan vender; el comercio es hacia fuera y hacia adentro. Hay que recalcar que el Transpacífico no es un acuerdo formal todavía, sino más bien está en una etapa de negociación, por lo tanto no involucra mayor compromiso para los Estados Unidos. Es diferente por ejemplo para el caso del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta), donde tampoco ese país puede salir de un día para otro. Al contrario, si justifica el aumento de las importaciones y la afectación directa de la industria, se cuentan con mecanismos como licencias, cuotas, salvaguardias a las que puede recurrir el gobierno para frenar las importaciones y apoyar a la industria local.
De hecho, todos los acuerdos comerciales que se firman en el mundo son claros en establecer que al existir aumentos indiscriminados en las exportaciones que afecten a un determinado sector, rama empresarial o industrial los países pueden recurrir a instrumentos pensados en apoyar, diversificar y aumentar las exportaciones; pero también en casos de posibles consecuencias o daños que sufriera una industria por el aumento mismo del comercio hay también mecanismos que ayudan a sobrellevar esta crisis entre uno y tres años, aproximadamente, hasta que se revierta ese daño significativo en esa industria.
En la situación actual Estados Unidos no es que se va a desprender o va a renunciar a todo los acuerdos y compromisos en material multilateral o bilateral que tienen que ver con el comercio, pues los va a mantener. Si bien tiene salidas –que son estos instrumentos o herramientas comerciales detallados anteriormente- eso da alivio y hacen ver que esta potencia mundial va a mantener sus compromisos. Lo que sí va a pasar es que no se va a liberalizar el comercio desde Estados Unidos en la forma en la que se pensaría. El mensaje está claro: hasta antes del gobierno de Trump lo que se tiene en materia de comercio exterior es lo que se ha conseguido, durante el nuevo gobierno la política comercial no va a avanzar. Por ejemplo no se podría pensar un acuerdo comercial con la Unión Europea o un avance en las negociaciones del Acuerdo Transpacífico.
Esto responde a la política comercial que la dirige el ejecutivo, pero el Ejecutivo no puede renunciar de manera unilateral a los acuerdos firmados. Así como Estados Unidos empieza con una política social proteccionista, la presión por parte de Canadá y de México va a estar orientada a no facilitar el intercambio con ese país y se van a ver afectados los sectores exportadores de Estados Unidos; en ese sentido no es fácil para el nuevo gobierno tomar estas decisiones porque igual va a tener presión desde la industria que tiene inversiones en esos mercados y que durante los últimos 15 años han desarrollado un flujo de comercio bastante dinámico. Entonces no se puede renunciar porque el cerrar la frontera de manera unilateral también va a tener como medidas de retaliación por parte de México y de Canadá que va a terminar afectando a la misma industria norteamericana.
Lo que ahora plantea Estados Unidos es una oportunidad para la Unión Europea que tiene una mirada global, una política mucho más abierta comercial de intercambio, que se preocupa por abastecerse de materias primas, de bienes intermedios que les permita mantener y desarrollar su economía. En la misma línea está China, sus gobernantes están viajando por el mundo y desarrollando alianzas estratégicas. Hace unos días el presidente de esa nación XI Jinping estuvo en Latinoamérica Ecuador para garantizar esa alianza, tener un país para adquirir petróleo, lo que necesita para garantizar su crecimiento en los últimos 10 años.
Estados Unidos y Ecuador
La afectación para Ecuador de este modelo proteccionista de Estados Unidos es que ya se conoce la respuesta de la Secretaría de Comercio en caso de que el país quiera firmar un acuerdo comercial, pues bajo una figura proteccionista no está abierto a negociar nada que involucre una afectación directa a la industria local americana.
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