Las ciudades inteligentes se caracterizan por el despliegue de tecnologías que permiten realizar de forma automática muchos servicios y procesos, sin la intervención de los seres humanos; los errores que pudiesen acarrearse en determinadas decisiones de los humanos pueden, de alguna manera, mejorarse con la introducción de inteligencia artificial. La tecnología aporta a la toma de decisiones de una manera más real, más eficiente, más justa.
Lo primero que se necesita es una buena comunicación; una ciudad inteligente necesita óptimas redes de comunicación, buena velocidad en la Internet, con muchos puntos de acceso wifi para que las personas puedan recibir notificaciones, información e interactuar con ese sistema inteligente.
En muchas partes del Ecuador, por ejemplo, ya se están implementando todos estos puntos de acceso wifi; es decir, hay una inversión en ese sentido, un tema importante porque los dispositivos automáticos son la base para la recolección de la información que necesitan las ciudades inteligentes.
De ahí viene la parte del procesamiento de los datos, otra de las aristas importantes; en el país hay determinadas instituciones con recursos para invertir en tecnología que pueda procesar esa información y serían determinados algoritmos especiales los usados para la toma de decisiones.
Ahora mismo hay muchos servicios que ya están automatizados, en los bancos, por ejemplo, o en otras instituciones de servicios públicos; incluso se están implementando sistemas robóticos de atención al usuario. Una operadora robot que escucha al usuario y le responde en secuencia, según sus necesidades. Algunas empresas ya dan este tipo de servicio y al final todo eso aporta al futuro de la ciudad inteligente.
Lo importante a la hora de implementar esos sistemas es tomar en cuenta la mayor cantidad de variables para minimizar al máximo cualquier riesgo, porque cuando hay sistemas que se comunican por redes estos pueden ser vulnerables a ataques informáticos; pero el principio automatizado, en el amplio sentido de la palabra, realmente lo que hace es minimizar muchos de los riesgos, porque esa tarea estaría a cargo de las máquinas o del sistema como tal.
Esto también significa que muchas actividades, sobre todo de interacción con humanos, pueden quedar obsoletas, pero la sociedad tiene que buscar otras esferas, otras áreas donde ocupar a esas personas para dejar ese tipo de espacios repetitivos, que no conlleva realmente una carga profesional, a las máquinas que son más eficientes, consumen menos recursos, no tienen estrés…
Esa lógica artificial se ha implementado en muchos lugares sobre todo del primer mundo y funciona bastante bien, por supuesto hay que educar también a las personas que van a usar este tipo de servicios; en los países latinoamericanos ya la gente va poco a poco conociendo, interactuando con la tecnología porque ya la mayoría tiene sus archivos en sus nubes.
Lo primero es garantizar la fiabilidad, la respuesta segura y rápida. Hay que tener claro que el mundo es un sistema general y la tecnología es una parte de ese sistema, pero eso necesita investigación y de ahí que es importante crear esos espacios en las universidades, en los centros de estudios.
Hoy en día lo que tenemos es solo la base tecnológica, la comunicación, los computadores, los dispositivos móviles, pero hay que desarrollar una parte de software de algoritmo.
En este tema es clave la domótica, el conjunto de técnicas orientadas a automatizar una vivienda, que integra la tecnología en los sistemas de seguridad, gestión energética, bienestar o comunicaciones. Una vez desarrollado eso en el núcleo de cualquier ciudad, que son los hogares, el segundo paso sería integrarlo a nivel macro, a un nivel mayor, donde evidentemente se incluye un grado de complejidad superior porque ahí está las interrelaciones de todos los componentes.
Y otro tema importante dentro de las ciudades inteligentes es la parte social. Las sociedades son muy complejas y para tratar de automatizarlas o tecnificarlas primero habría que obtener los modelos, modelos de comportamiento, porque cada ciudad es diferente.
Hay mucha ciencia que desarrollar todavía para lograr realmente el óptimo funcionamiento de una ciudad inteligente.
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