DPA. La huella dactilar desbloquea el teléfono y la computadora enciende el monitor con el reconocimiento de rostro. La identificación biométrica, que hace unos años era ciencia ficción, forma parte ya de lo habitual en los smartphones de alta gama y en algunas notebooks.
¿Pero es realmente útil o implica algún riesgo? El elemento más popular y extendido es el reconocimiento por huella dactilar. Desde la introducción del pasaporte electrónico, todo el que viaje verá cómo escanean sus huellas dactilares.
Para Matthias Gärtner, de la Oficina Federal alemana de Seguridad en la Tecnología de la Información (BSI), esto tiene una sencilla ventaja: “Es un procedimiento cómodo. Uno no puede perder u olvidar su huella dactilar como un pasaporte o una contraseña”.
En el día a día, sin embargo, este procedimiento se usa sobre todo en los smartphones. Desde el iPhone 5s Apple incluye un escáner de huella digital en sus dispositivos. La empresa lo bautizó “Touch ID”, y sirve para desbloquear el teléfono sin necesidad de poner una contraseña o trazar un gesto con el dedo sobre la pantalla táctil.
En opinión de Andreas Braun, del Instituto Fraunhofer de Edición Gráfica (IDG), esta es la función más importante de la identificación biométrica. “Entre el 60 y el 70 % de los usuarios de smartphones no utilizan ninguna forma de bloqueo, porque poner un número PIN se les hace muy largo. Con la huella digital, en cambio, es muy rápido”. El usuario casi ni se da cuenta del proceso.
Casi todos los dispositivos de alta gama tienen sensor de huella dactilar. En Samsung se incluye ya desde el Galaxy S5, Google lo tiene desde el Nexus 5x y también lo llevan el Sony Xperia Z5 y el LG G5. Así como muchas notebooks.
En 2014, LG introdujo con el G3 otra opción, el “Knock Code”, con el que se dan golpecitos sobre la pantalla con un determinado ritmo. El gesto se vuelve así muy rápido y personal.
Microsoft apuesta por otro procedimiento biométrico que recuerda a las películas de James Bond: el escáner de iris. Se llama Windows Hello y se incluye en Windows 10. Funciona también con la huella dactilar, pero sobre todo con el escáner de iris y rostro.
Hace falta, sin embargo, una cámara especial. “La cámara tiene que ser capaz de distinguir un rostro real de una foto. Para ello se usan técnicas de percepción de la profundidad y luz infrarroja. También son importantes los pequeños movimientos en el rostro”, explica Andreas Braun.
En el Lumia 950 viene incluida una cámara infrarroja de este tipo, así como en las tablets Surface más nuevas.
La huella digital no solamente se puede usar para desbloquear o bloquear el dispositivo, sino también como control de seguridad al codificar datos o para autentificar cuentas online. Es más cómodo que acordarse de una contraseña.
Sin embargo, no es más seguro, según Chris Wojzechowski, del Instituto de Seguridad en Internet. “También se pueden falsificar los datos biométricos. Uno deja sus huellas digitales por todas partes. Los smartphones de hecho están llenos de ellas, así que llevan encima la llave para el candado”.
Al usar un sensor de huella digital, ésta queda en el sensor. Y se la puede copiar por medios muy “caseros” como con ayuda de cola de pegar. Una foto en alta resolución puede alcanzar asimismo para engañar al escáner de rostro. Por otro lado, es difícil cambiar la huella dactilar y el rostro, la contraseña en cambio no.
Es decir que con datos muy sensibles lo ideal es tener una contraseña o usar los dos métodos.
“La huella dactilar no basta para protegerse”, señala Wojzechowski. Él recomienda por eso una buena contraseña con números, letras y signos. Los procedimietos biométricos sirven sobre todo a la comodidad, pero con algo de esfuerzo son más fáciles de falsificar que una contraseña.
Además, los datos biométricos se almacenan en el propio dispositivo o en las bases de datos, por lo que no se puede descartar que caigan en algún momento en las manos equivocadas.
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