Incluso armada con un PhD en Psicología del desarrollo, recuerdo los primeros momentos espantosos después de llevar a mi hija recién nacida del hospital a la casa. Yo no estaba segura sobre qué hacer ni tenía confianza en si era capaz de ser la madre que ella necesitaba. Cada pequeña decisión sobre la alimentación y la preocupación para este criatura pareció trascendental y cargada por la ansiedad. ¿Qué pasaría si no le doy de lactar por un año? ¿Debería apagar la Tv siempre que ella esté en el lugar para evitar la exposición a la pantalla? ¿Está bien que a sus cinco meses entre a una guardería durante todo el día?
Las referencias populares sobre la maternidad y la investigación del desarrollo infantil no eran particularmente útiles. Incluso como científica, conocía que la forma en que las investigaciones se traducían para el público carecían de matices y esto fácilmente penetró mi vulnerable estado de ánimo vulnerable. Me preocupé de que el consumo de la fórmula de mi hija se traduciría en un menor coeficiente intelectual. Me preocupaba que si yo estaba demasiado cansada para leer con ella una noche antes de acostarse, ella nunca aprendería a leer. Y desde que ella comenzó la escuela primaria , durante numerosas ocasiones la he llamado “inteligente” en lugar de alabar más apropiadamente su esfuerzo, como tantos artículos lo aconsejan .
Mis experiencias personales como madre son en parte el porqué de mis estudios de las experiencias de otros padres. En mi Proyecto de Nuevos Padres, un amplio estudio en curso con cerca de 200 parejas de doble ingreso que dieron la bienvenida a sus primeros hijos en el período 2008-2009 , he tratado de medir este “perfeccionismo parental”, es decir, sostener estándares increíblemente altos para ser padres y, quizás aún más importante, la creencia de que otros te conducen a dichos estándares imposiblemente altos para la crianza de los hijos.
La presión por ser perfecta
En la última mitad del siglo XX, a la vez que las madres han entrado en la fuerza de trabajo en mayor número, las normas para la maternidad han evolucionado hacia una “maternidad intensiva” ideal . Esta norma dicta que la crianza debe llevar mucho tiempo, emocionalmente absorbente y guiada por el asesoramiento de expertos. Esta presión es particularmente intensa para las madres de clase media , que pueden practicar un estilo de crianza de los niños llamada crianza concertada, un enfoque identificado por Annette Laureau en la década de 2000. Este estilo se centra en proporcionar deliberadamente a los niños experiencias y actividades que les ayudarán a desarrollar sus habilidades intelectuales y sociales. Padres de clase media , especialmente aquellos hacia el extremo superior del espectro socioeconómico, tienen los recursos de capital humano – tiempo y dinero – para practicar la crianza concertada y lo hacen para asegurar el éxito futuro de sus hijos. Una buena crianza tiene mucho más que ver con el “cómo ” que con el “qué “. Los buenos padres son aquellos que son sensibles a las necesidades de sus hijos , y están ” en sintonía ” con sus hijos de tal manera que son capaces de ajustar su crianza, tal como los niños lo hacen con el deseo de una mayor independencia . Los niños prosperan cuando sus padres son consistentes , cálidos , manteniendo altas expectativas de comportamiento de los niños, cuando explican las razones detrás de sus reglas y negocian cuando sea apropiado. Mayor tensión sobre la crianza agota aún más los recursos psicológicos de los padres, lo que a su vez puede afectar su capacidad para adaptarse a las necesidades cambiantes de sus hijos y regular sus propias emociones y su conducta. En otras palabras, cuando te falta la confianza y te sientes crónicamente estresada acerca de la maternidad, es difícil ser sensible, cálida y consistente. Y somos más propensas a gritar en vez de explicar con calma a su niño para evitar que golpee su plato sobre la mesa por millonésima vez. Puede que se encuentre mentalmente “salida” cuando tu bebé te mira y gorjea o cuando tu adolescente quiere contarte todo sobre el último canal de comedia de Disney. Así que en este Día de la Madre, no se preocupen por las cosas pequeñas. Recuerden que el cuadro grande es lo importante. Tengan en cuenta que lo que otras madres publican en Facebook puede no representar la realidad de sus experiencias de crianza más de lo que representan las suyas. Hay que ver el último titular sensacionalista acerca de la crianza de los niños con escepticismo. Hoy en día – y todos los días – el mejor regalo que se pueden dar ustedes y sus hijos es el permiso de ser imperfectos.
Traducción libre. Lea el artículo íntegro en inglés en The Conversation.
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