El centro comercial Felipe Navarrete estaba lleno. Era el sábado 16 de abril, un día normal. Los padres de familia habían cobrado quincena y utilidades. La aglomeración por comprar útiles escolares hizo que el lugar pareciera pequeño, según El Diario de Manabí. Minutos después, un terremoto haría que el edificio colapsara y sepultara a 123 personas: 92 murieron, 31 se salvaron.
En el Felipe Navarrete, ubicado en plena zona comercial de Tarqui, en Manta, funcionaba una librería, un centro comercial y una papelería, pero allí todo quedó destruido. A la hora del terremoto era la hora pico para el comercio en la zona. “Era un local superpopular, estaba muy lleno; estaba en su pleno apogeo. Allí vendían papelería y la gente, por su quincena y la cercanía del año escolar, había llegado a comprar”, afirmó el teniente Ángel Moreira del grupo de rescate de Chile.
En el primer piso, 35 personas trabajaban en la librería y había decenas de clientes entre las perchas. Luis Felipe Navarrete, dueño del edificio, recordó parte de la actividad que había en su negocio, hace una semana, el día de la tragedia. Los otros locales también estaban llenos, dijo. Había clientes en una joyería, bazar, farmacia, pañalera, un centro esotérico y una carnicería.
El día del terremoto el hombre estaba en su casa. Debía llegar a las siete de la noche al negocio, pero decidió tomarse un café, lo que atrasó su salida de casa y le salvó la vida. Él vive en Tarqui, a unas cuadras de su centro comercial. Luego del terremoto caminó hacia el lugar, vio gente cubierta de polvo y escuchó el crujir de las placas de cemento golpeando el suelo. Minutos después vio su negocio destruido y unos dos millones de dólares convertidos en escombros.
Una hora más tarde Leonel Vera llegó al mismo sitio a buscar a su esposa, Paola Pico. Allí ya había otras personas haciendo lo mismo. Subió la montaña de escombros y comenzó a gritar su nombre. Tres mujeres que se hallaban en un hueco de concreto fueron rescatadas en ese instante. Leonel metió sus brazos entre los hierros torcidos y el cemento, pero no podía ingresar más allá. Estuvo horas gritando su nombre.
Luego llegaron los bomberos y rescataron a dos personas más que estaban en la parte alta de lo que era un hotel. Leonel se bajó de los escombros, pero permaneció tres días en los alrededores de Tarqui. Tres días, hasta que reconoció el cuerpo de su esposa por el cabello y su anillo de bodas. En el portal de su casa, solo velaba una foto de Paola. Se la veía muy feliz, estaba sonriente, la imagen fue tomada el día de su boda.
Son alrededor de 20 cuadras afectadas en el barrio Tarqui de Manta. No hay luz, las autoridades vigilan que no ocurran desmanes incluso para evitar que se saqueen cosas. Los edificios más afectados deberían ser derribados; la tarea no se ha hecho aún. En Tarqui, junto al Felipe Navarrete estaba una agencia bancaria y eso ha evitado a que procedan a la demolición porque los funcionarios del banco deben verificar las cajas de seguridad y los cajeros.
Los curiosos llegan porque se relatan decenas de historias de las víctimas y se pasan de boca en boca. El miércoles se contaba la noticia de la recuperación del cuerpo de una joven estudiante alemana que había llegado a Manta hace un año. Nené Breidench estaba de intercambio en la casa de la familia Tixilima López. La familia buscaba a los padres, tres hijos y la joven alemana por redes sociales; sin respuesta rastrearon el vehículo vía GPS y lo encontraron en Tarqui. (I)
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