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Entre la raíz y la ciencia: el desafío de rescatar el saber del campo

Natacha Fierro
Universidad Técnica Particular de Loja
martes, noviembre 11, 2025
El desarrollo del campo no depende de reemplazar lo antiguo por lo nuevo, sino de unir la sabiduría ancestral con la ciencia moderna. Natacha Fierro, catedrática de la Universidad Técnica Particular de Loja, nos invita a reconocer el valor del conocimiento campesino como una fuente viva de sostenibilidad, respeto por la tierra y esperanza para el futuro agrícola del país.
Tiempo de lectura: 3 minutos

En el desarrollo de mis actividades en el campo, dentro de los proyectos de vinculación y servicio comunitario, suelo recorrer las fincas, sus terrenos y potreros, en donde puedo observar a la gente mayor trabajar la tierra con ese empeño que solo da la experiencia, y en esos momentos me invade una pregunta que nunca deja de acompañarme ¿cuánto del conocimiento de nuestros antepasados seguimos recordando y cuánto se ha perdido con la modernidad?

Porque la sabiduría campesina no se aprende en un aula ni se encuentra en un libro, sino que se transmite entre manos curtidas, jornadas bajo el sol y conversaciones al caer la tarde, donde el clima, el suelo y los animales se convierten en maestros silenciosos, y quien tiene a oportunidad de escucharlos, aprende sin palabras.

Durante años de acompañar a productores en distintas comunidades, he comprendido que el verdadero desarrollo no consiste en reemplazar lo antiguo por lo nuevo, sino en tender puentes entre ambos, en dialogar entre la raíz y la ciencia, porque la técnica tiene mucho que aportar, en efecto, pero también el conocimiento ancestral guarda verdades profundas, muchas de ellas forjadas en la observación paciente y el respeto por la naturaleza, y el reto está en discernir con criterio cuáles de esas prácticas son sostenibles y cuáles necesitan transformarse para no dañar el suelo, el agua o la vida que de ellos depende

Aprender del pasado para innovar sin perder la esencia

Junto a un grupo de docentes, desde la carrera de Ingeniería Agropecuaria de la Universidad Técnica Particular de Loja, fomentamos en nuestros estudiantes esa mirada crítica y equilibrada, formándolos para que aprendan a valorar las prácticas rurales que conservan la sostenibilidad y, al mismo tiempo, impulsen la investigación orientada a identificar indicadores de manejo sostenible en la producción agrícola y pecuaria en los distintos sectores de estudio, porque el futuro del campo necesita profesionales que integren el conocimiento local con la ciencia moderna, y no que enfrenten ambos mundos como si uno anulara al otro.

La experiencia nos demuestra que los datos empíricos obtenidos de los sistemas alimentarios tradicionales tienen un papel esencial en la transformación de los sistemas agropecuarios hacia modelos más sostenibles y respetuosos con la naturaleza, porque detrás de cada costumbre campesina hay generaciones de observación y aprendizaje comunitario, y cuando esos saberes se analizan desde la ciencia, se revelan oportunidades valiosas para innovar sin perder la esencia rural.

El futuro del agro: unir tradición, técnica y respeto por la tierra

En muchos rincones del país todavía perduran prácticas que son verdaderos patrimonios culturales y ecológicos, como el arado con bueyes, que protege la estructura del suelo; la minga comunitaria, que refuerza los lazos de cooperación; el intercambio de semillas nativas, que mantiene viva la diversidad genética; el uso del calendario lunar para planificar la siembra y la cosecha; o el manejo de la chakra, ese sistema agroforestal ancestral donde conviven cultivos, árboles y animales en equilibrio. Sin embargo, también existen prácticas que hoy requieren ser replanteadas, como la quema indiscriminada de rastrojos o algunos manejos intensivos del suelo, que si bien tienen origen en la tradición, ahora sabemos que afectan la fertilidad y la salud del ecosistema.

Muchos productores, presionados por factores sociales, económicos y ambientales, se ven obligados a abandonar las prácticas heredadas de sus padres y abuelos, sintiendo que la agricultura moderna es la única vía para sobrevivir, pero no siempre esa transición les brinda los resultados esperados. Antes esto no podemos dejar pasar por alto la necesidad de intervenir con capacitación, extensión e investigación participativa, ya que estas herramientas se vuelven claves para fortalecer su confianza, revalorizar sus saberes y promover una producción que equilibre la eficiencia técnica con el respeto por la tierra.

El campo no es un museo de costumbres ni una fábrica de técnicas, es un espacio vivo donde cada generación deja su huella y donde el saber del pasado puede dialogar con la ciencia del presente para abrir caminos hacia un futuro más sostenible, en esa tarea, todos tenemos un papel: los productores, los jóvenes, los investigadores y los extensionistas, porque rescatar el conocimiento del campo no es solo recordar lo antiguo, sino construir sobre esa base un modelo de vida más justo, más equilibrado y más humano

Rescatar el saber del campo no significa mirar atrás con nostalgia, sino reconocer que la raíz sigue viva y que su fuerza puede alimentar la innovación, porque el futuro del agro no está en escoger entre lo ancestral o lo científico, sino en aprender a combinarlos con respeto, sentido crítico y amor por la tierra, que, al final, es la maestra más sabia que tenemos.

En el camino del conocimiento no existe una verdad absoluta. Todo cambia, como cambia la tierra con la lluvia y el sol, y en esa transformación constante está, precisamente, la oportunidad de crecer, de aprender y de seguir sembrando futuro.

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