En un mundo donde la educación virtual todavía suscita escepticismo, la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL) lleva años demostrando que la calidad no depende de la presencialidad, sino de la visión, el diseño y la innovación continua. Martha Agila Palacios, directora de Tecnologías para la Educación de la UTPL, ha sido testigo de cómo la institución no solo ha sobrevivido a los cambios del entorno digital, sino que ha sabido liderarlos con consistencia.
“El liderazgo que tenemos en educación a distancia no es algo nuevo, pero sí ha sido constantemente fortalecido”, explica Agila. “A lo largo de nuestros 48 años, hemos mantenido un ciclo continuo de investigación, implementación e innovación que nos permite transformar cada elemento del modelo educativo”. Desde la evaluación hasta los materiales, desde los tutores hasta la experiencia del estudiante, todo está en permanente evolución.
La UTPL no ve la tecnología como un fin, sino como una herramienta para una educación más humana. Por eso, su modelo educativo tiene raíces profundas: “Nuestra misión es, desde el humanismo, buscar la verdad y la unidad del saber para el desarrollo integral de las personas y la promoción del bien común”, afirma Agila. Esa filosofía se traduce en un modelo basado en competencias que no solo mide conocimientos, sino también habilidades, actitudes y valores.
En lugar de replicar el aula tradicional en una pantalla, la UTPL apuesta por nuevas metodologías de enseñanza-aprendizaje con un enfoque tecno pedagógico. La universidad ha desarrollado un sistema de acompañamiento tutorial constante que rompe con uno de los grandes desafíos de la educación virtual: la soledad del estudiante. “No están solos en ese proceso; hay un componente humano que caracteriza a la UTPL”, enfatiza Agila.
La innovación tecnológica ha sido otra de las grandes apuestas. La universidad ha construido un ecosistema de herramientas que van desde bibliotecas virtuales de alta calidad hasta tecnologías emergentes como realidad aumentada, laboratorios remotos y simuladores virtuales. “Nuestros estudiantes pueden acceder desde sus casas a laboratorios especializados a través de una interfaz web. Con un avatar, manipulan dispositivos simulados, realizan prácticas en tiempo real y luego elaboran informes de aprendizaje”, describe Agila.
Un ejemplo concreto está en el laboratorio de ciencias forenses: “El estudiante ingresa con su avatar, se conecta con el profesor y con sus compañeros, reconoce los procesos del laboratorio y aplica lo aprendido en una experiencia casi real”, detalla. Estos entornos inmersivos no solo acercan la teoría a la práctica, sino que amplían las fronteras del aprendizaje.
La UTPL también se ha convertido en una plataforma intergeneracional. Agila cuenta el caso de una familia en la que abuela, madre e hija estudiaron en la universidad, cada una adaptada a diferentes formatos educativos. “Esto refleja cómo nuestro modelo se ajusta a la necesidad de cada estudiante y se amplifica en su crecimiento personal y profesional”, señala.
Pero el éxito no se mide solo por las historias individuales. Las encuestas de satisfacción, los estudios de empleabilidad y la retroalimentación de los empleadores refuerzan el impacto de este modelo. “Los empleadores destacan el perfil de nuestros egresados, valoran su capacidad de autoformación, su pensamiento crítico y sus habilidades blandas. Justo lo que hoy demanda el mercado”, explica Agila.
Mirando hacia el futuro, la UTPL no se detiene. La inteligencia artificial, la automatización y las nuevas formas de interacción digital abren retos pedagógicos que no pueden ignorarse. “Ya no podemos formar solo en contenidos; tenemos que ir más allá. Formar en pensamiento crítico, en toma de decisiones. Para eso necesitamos metodologías y estrategias adecuadas tanto para docentes como para estudiantes”, dice.
Para Agila, la línea entre lo presencial y lo virtual tenderá a desaparecer. “Nos encaminamos a una convergencia de modalidades, donde se aprovechen las tecnologías para optimizar procesos sin perder el enfoque humano”, sostiene. Esa combinación de innovación tecnológica con una mirada ética y humanista es lo que, según ella, distingue a la UTPL de otras universidades.
“El reto ya no es solo usar la tecnología, sino saber cómo usarla de forma integral, estratégica, con un modelo de enseñanza que forme no solo profesionales, sino ciudadanos comprometidos”, concluye.
En un país donde muchas instituciones todavía dan pasos tímidos hacia la virtualidad, la UTPL camina con paso firme y con la vista puesta en la transformación profunda de la educación. Sin ruido, sin espectacularidad, pero con resultados tangibles, ha construido una revolución educativa silenciosa, y todo indica que apenas está comenzando.
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