La Generación Z está liderando una revolución silenciosa en la industria de la moda. Según un informe de Nielsen, el 67 % de los jóvenes entre 18 y 26 años en Europa prefiere comprar ropa de segunda mano, reutilizar prendas o apoyar marcas sostenibles antes que consumir moda rápida.
Este cambio cultural ha sido impulsado por la preocupación por la crisis climática, los derechos laborales en la industria textil y la creciente conciencia sobre el impacto del consumismo. Plataformas como Vinted, Wallapop y Depop han ganado popularidad, así como ferias de intercambio y tutoriales de “upcycling” en redes sociales.
Marcas tradicionales están respondiendo: Zara y H&M han lanzado líneas ecológicas, mientras que otras como Ecoalf o Patagonia se posicionan como referentes en sostenibilidad. Sin embargo, activistas denuncian que muchas grandes marcas incurren en “greenwashing” para mantenerse competitivas.
La moda lenta no solo representa un cambio de hábitos, sino una forma de expresión política. Al elegir cómo y qué vestir, esta generación está desafiando el sistema de producción masiva, impulsando la economía circular y generando una nueva ética del consumo basada en la conciencia y la identidad.
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