Tan pronto se conocieron los resultados preliminares de las elecciones, el riesgo país subió 260 puntos: los inversionistas financieros requieren un rendimiento mayor en 2,60 puntos porcentuales del que requerían la semana pasada para comprar bonos de la deuda ecuatoriana en el mercado secundario.
Ese índice de riesgo país refleja lo que piensan los mercados financieros del riesgo de que el Ecuador entre en moratoria. No hoy, en que el FMI y la banca multilateral hacen fuertes desembolsos vinculados al programa de apoyo a las reformas estructurales, sino 2026 o 2027 cuando disminuye su apoyo y comienza a vencer la deuda en bonos que reestructuró Lenín Moreno.
Si bien lo que el riesgo país cuantifica es la percepción de los tenedores de los bonos soberanos, la percepción de los demás agentes económicos sería similar. Desde grandes empresas que proyectan ampliar sus instalaciones hasta ciudadanos que estén considerando comprar una vivienda con hipoteca o un vehículo a crédito consideran que el riesgo de una inversión es ahora mayor. Por lo que la inversión privada, que ya venía deprimida, se reduciría a niveles mínimos.
La banca multinacional estaría más renuente a prestarle a la banca nacional fondos para prestar a sus clientes locales, por la misma percepción de mayor riesgo.
Al entrar en una reñida contienda de pronóstico reservado con Luisa González, el presidente dejaría de lado la prudencia fiscal y la toma de decisiones estructurales en favor de medidas que agraden al electorado. Están por expirar el subsidio a 180 kWh de consumo de energía eléctrica durante tres meses hasta febrero (Decreto 384) y la transferencia mensual de $400 durante tres meses a jóvenes desempleados (Decreto 448). Lo nuevo son los $ 470 mensuales durante tres meses a migrantes devueltos por EE. UU. (Decreto 521 de febrero 4). Medidas de esta índole ponen en riesgo el cumplimiento de las metas del acuerdo con el Fondo y el desembolso de los créditos atados a esos cumplimientos.
La economía entra en criogenia, con la esperanza de que resucite en dos meses.
Las alternativas del electorado son radicalmente distintas. Con Noboa no se sabe a ciencia cierta qué estrategia seguiría, porque este periodo mocho ha sido la antesala de las elecciones. Podría ser un presidente populista, que toma medidas para salir del paso, como ha sido hasta ahora. O un presidente con un horizonte de cuatro años para transformar el país y a quien un electorado agradecido lo reelegiría en 2029. Este segundo escenario sería el óptimo, pero incluso el primero es mucho mejor que el ominoso retorno del socialismo del siglo XXI.
De Rafael Correa se sabe que habría expansión del gasto público financiado con bonos colocados al Banco Central, que los compraría acreditando al Gobierno dólares que no tiene. La resultante expansión económica pasa por requerir más
importaciones que no se pueden pagar ya que los dólares que gasta el Gobierno no son reales. Por lo que el Gobierno restringiría y encarecería los pagos al exterior: elevación del ISD, imposición de salvaguardas, alza de aranceles. Como consecuencia se daría una inflación que no se puede contrarrestar con devaluación. Las exportaciones pierden competitividad. Al final del camino está Venezuela.
Texto original de El Universo
https://www.eluniverso.com/opinion/columnistas/en-criogenia-nota/
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