La provincia de Los Ríos vuelve a sentir el golpe del invierno. En la parroquia Febres Cordero, zona rural de Babahoyo, el río Chilintomo se desbordó tras un aguacero, inundando los recintos, Los Álamos y La Macarena.
Al menos 25 metros del muro de contención colapsaron, permitiendo que la corriente avanzara con fuerza y llenara de agua las viviendas de 150 familias.
En la zona de ingreso a Los Álamos, el nivel supera las rodillas, obligando a los habitantes a caminar con los zapatos en la mano para ir al trabajo o a clases. Algunos han trasladado sus animales a zonas altas, mientras que otros han improvisado refugios en árboles para sus gallos.
El desbordamiento también afectó cultivos de arroz, banano y cacao, aunque aún no se cuantifican las pérdidas.
Además, en toda la parroquia Febres Cordero, cinco planteles educativos han pasado a modalidad virtual debido a la acumulación de agua en patios, aulas y alrededores.
En Azuay, las lluvias de esta madrugada desataron un torrente que descendió desde una montaña en el kilómetro 47 de la vía Cuenca – Girón – Pasaje. Algunos conductores se arriesgaron a cruzar la ruta, sorteando las fuertes corrientes.
Pero las precipitaciones no solo desbordaron ríos; también provocaron el colapso de un reservorio artificial en la parroquia Victoria del Portete, sur de Cuenca.
Desde esta mañana, técnicos de la Prefectura y del Municipio preparan un drenaje controlado, pues la estructura ha sobrepasado su capacidad de 50 000 metros cúbicos de agua y sus diques están fracturados, poniendo en riesgo a unos 3 000 habitantes de cinco comunidades.
La situación se agravó anoche luego de que otro reservorio, en una zona más alta, colapsara tras las lluvias recientes, liberando una corriente que descendió cinco kilómetros.
Para reducir la amenaza, se instalarán tuberías de PVC de 200 milímetros y se emplearán bombas de succión que permitirán liberar el agua de forma controlada.
El drenaje tomará cinco días, según el Municipio de Cuenca, ambos reservorios fueron construidos sin los estándares técnicos adecuados. La sequía debilitó sus paredes y, con las lluvias, la presión sobre los diques aumentó hasta hacerlos colapsar.
Texto original de Ecuavisa
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