Islandia, uno de los pocos países que aún permite la caza de ballenas, ha extendido esta práctica hasta 2029.
El gobierno islandés autorizó la captura anual de 209 rorcuales comunes y 217 ballenas minke durante la temporada de junio a septiembre, con restricciones en los métodos de caza y la obligación de contar con inspectores oficiales a bordo que registren cada operación.
La medida llega tras una suspensión temporal en 2023, cuando una investigación gubernamental denunció que los arpones explosivos utilizados provocaban un sufrimiento prolongado en los cetáceos.
Aunque el gobierno ajustó los protocolos para garantizar el cumplimiento de las leyes de bienestar animal, organizaciones ambientalistas han criticado duramente la decisión, calificándola como una amenaza para la naturaleza y el clima.
Este anuncio también coincide con el caso del activista Paul Watson, detenido en Groenlandia mientras intentaba interceptar un ballenero japonés. Japón ha solicitado su extradición por un incidente similar en 2010, lo que resalta la tensión global en torno a la caza de ballenas. (EFE)
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