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Vida nocturna y música alta para “respirar” y olvidar la guerra en Líbano

lunes, noviembre 4, 2024
Pese a la guerra actual – y todas las anteriores-, en el Líbano ha existido siempre una burbuja de personas que o bien huyen del país o bien intentan “escapar” en la vida nocturna, la más célebre de todo Oriente Medio. En mesas llenas de narguiles y copas, dan la sensación de tener una vida “normal”, pero sólo intentan “sobrevivir”
Tiempo de lectura: 3 minutos

 

Isaac J. Martín |

Batroun (Líbano) (EFE).- Pese a la guerra actual – y todas las anteriores-, en el Líbano ha existido siempre una burbuja de personas que o bien huyen del país o bien intentan “escapar” en la vida nocturna, la más célebre de todo Oriente Medio. En mesas llenas de narguiles y copas, dan la sensación de tener una vida “normal”, pero sólo intentan “sobrevivir”.

En una zona de la ciudad turística de Batroun, en el norte del Líbano, la música no se detiene cuando cae la noche, al igual que ha ocurrido en anteriores conflictos en el país mediterráneo, donde se entremezclaban los tiros con ritmos que van desde su diva nacional, Fairuz, hasta las melodías más rimbombantes.

En este espacio de la urbe, de mayoría cristiana maronita, los que han salido a disfrutar de la noche son sólo un pequeño porcentaje de lo que acostumbra Batroun, que ha visto mermada su actividad por la actual guerra que Israel lleva a cabo contra el Líbano y que ha causado 2.200 muertos en un año, 1.200 de ellos tan solo en las últimas tres semanas.

Intentando sobrevivir

Entre los que se sientan en las terrazas y se mueven al ritmo de música latina en el interior de los pubs, nadie quiere ser grabado y no quieren identificarse al ser preguntados por EFE.

Pero el dueño de uno de esos pubs afirma a EFE que lo que se está viendo ese día es sólo “un 10 %” de lo que es habitual. Es decir, de las 300 personas que suelen acudir los fines de semana a su bar, ahora lo normal es que no llegue a unos 30. Y además, ha reducido su apertura a tan sólo dos días.

“No estamos viviendo una vida normal. Tenemos que abrir para pagar los salarios. Desafortunadamente, estamos intentando sobrevivir, tenemos empleados a los que pagar, ya que ellos también tienen una familia y un alquiler”, indica.

Tiene claro que sin dinero no se puede sobrevivir y si no abrieran, las cosas irían a peor.

De hecho, hace tres semanas bajó el salario de sus empleados en un 50 % desde hace tres semanas.

Una economía maltrecha

La diva libanesa Fairuz

La diva libanesa Fairuz. EFE/Hasan Mroue/Fairuz

Esta circunstancia se añade a la maltrecha economía que sufre el país desde 2019, cuando se agudizó una crisis económica ya endémica en el Libano y que explotó con la pérdida de prácticamente todo el valor de la moneda local, la lira libanesa.

En los establecimientos comerciales, los precios están fijados en dólares y el cambio en lira libanesa se realiza de acuerdo al mercado paralelo, el referente en las transacciones. Antes de 2019, un dólar era 1.500 liras y ahora, se cifra en casi 90.000.

De hecho, la tragedia económica es una concatenación de crisis desde 2019: la mundial de covid-19; la explosión en el puerto de Beirut de 2020, que asoló la mitad de la capital; y la actual guerra, en la que se calcula que 1,2 millones de personas se han visto desplazadas de sus hogares, es decir, una quinta parte de la población del Líbano.

La gente quiere “respirar”

El dueño del pub asegura que disfrutar de la noche e intentar olvidarse de lo que ocurre en su propio país es “una manera de respirar”.

“Es una forma de escapar (de la realidad). Si estamos aquí es porque estamos sobreviviendo o, al menos, aún no estamos muertos”, señala.

Aunque Batroun, así como el norte del Líbano, es una de las zonas más seguras del país dado que los ataques israelíes se concentran en el sur y en el este, así como en los suburbios meridionales de Beirut conocidos como Dahye, la región de Batroun ha sido objetivo por primera vez este fin de semana de un ataque, concretamente en la población de Deir Billa, a unos 20 kilómetros de la capital de provincia, que dejó dos muertos.

En la entrada del mismo pub, una joven se fuma un cigarrillo mientras habla con un reducido grupo de amigos que han ido a pasar unas horas de desconexión.

Ella tiene claro que hay mucha gente que tiene miedo y preocupación por lo que está pasando.

Pero, “la gente quiere cambiar de aires, al final quiere vivir. Pero eso no significa que no está preocupada”, zanja.

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