Por inicios de 2000 escribíamos varios artículos alrededor del poder motivacional del ¡sí se puede! para un Ecuador que trataba de recuperarse de una de las peores crisis financieras (1999) y que, gracias al fútbol –con la clasificación, por primera vez a un mundial de fútbol-, esa frase inyectaba positivismo de que la esperanza de días mejores sí es posible lograr cuando, como ahora lo resalta el actual director técnico Sebastián Beccacece, en un equipo existe confianza, humildad y pasión fortalecida con la preparación dura y continua que significa llevar a la acción un proceso dirigido a conseguir un objetivo, en este caso el de la clasificación al Mundial de fútbol 2026.
En los tiempos actuales (2024), como coincidencia situacional el ¡sí se puede! vuelve a tomar relevancia para la motivación colectiva de todo un país que está sumergido en medio de una crisis de desempleo, inseguridad ciudadana y con unos apagones que no terminan de recuperar a los ecuatorianos del duro golpe que, sobre varias dimensiones, ha significado la pandemia del covid-19.
Esta afirmación se hace considerando los resultados que ha ido obteniendo el seleccionado tricolor, en donde, por ejemplo, en la última fecha de 2024 de las eliminatorias para el mundial 2026, en Barranquilla, Ecuador derrotó, nada más ni nada menos, a Colombia, la vice campeona de América que, además, ha venido haciendo una excelente campaña eliminatoria.
Este último triunfo estuvo basado en un ¡golazo! y hay que repetir ¡golazo! de Enner Valencia sustentado en el trabajo en equipo que le acompañó. Además, del excelente trabajo en equipo del combinado ecuatoriano, hay que resaltar la espectacular capacidad de resiliencia demostrada luego del duro golpe que recibió producto de la todavía temprana expulsión de Piero Hincapié -decisión dudosa del árbitro que no quiso revisar el VAR-.
Todo este desempeño, para quienes miraban el partido de la selección ecuatoriana de fútbol, lo que hacía es inflar el orgullo de ser ecuatorianos que, jugando en equipo y sobrellevando duras adversidades y levantándose -resiliencia en acción-, iba sometiendo a la gran Colombia que es considerada, actualmente, como una de las mejores selecciones del balompié sudamericano y mundial.
La resiliencia llevada a la acción es un aprendizaje, en donde, después de la salida de Hincapié, se demostró que con orden, disciplina, estrategia y coraje se puede resistir y salir adelante, a pesar de la situación adversa vivida, en pos de lograr el resultado previsto.
¡Bien Selección!, gracias porque en medio de las tinieblas nos das luz demostrativa que, cuando se trabaja con paciencia, esfuerzo y esperanza, sí es posible lograr las metas que se propone una nación; en donde, el trabajo en equipo y el liderazgo de quienes conducen el destino del país, se vuelve crucial para ese Ecuador mejor que, como se ve, sí es posible lograrlo.
Ojalá, los candidatos a las elecciones 2025 recojan los aprendizajes que deja el deporte y a pretexto de ello, creativa, participativa y éticamente, definir una visión país sincera pensada en que, con acciones sinérgica reales, se busque hacer el bien a los más de 18 millones de ecuatorianos y ecuatorianas y no solo a los panas de la gallada política y/o de grupos económicos a los que representan.
Vamos selección que ¡sí se puede! y estaremos cantando el Himno Nacional con orgullo en las canchas del mundial 2026. Todo esto lo escribimos, a pretexto del deporte -que siempre es potente para generar enseñanzas que son fáciles de trasladar a otros espacios de la vida humana- con el corazón y esa antorcha de esperanza de que #UnEcuadorMejorSíEsPosible, siempre y cuando todos arrimemos el hombro, desde las trincheras en que actuamos cotidianamente, para transformar lo que, por años, vienen siendo esos obstáculos que son difíciles pero no imposibles de franquear.
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