Ana Tuñas Matilla
La naturaleza es bella e impactante y conecta de lleno con nuestras emociones, los creadores de contenido se han dado cuenta y por eso cada vez son más las publicaciones en redes sociales y medios de comunicación que la utilizan para atraer tráfico y “likes” sin tener en cuenta que con ello están poniendo en jaque su conservación.
Aunque poner límites a estas publicaciones es prácticamente imposible, sí podemos reducir su impacto en el medio ambiente siguiendo una serie de consejos como, por ejemplo, no incluir la geolocalización de los espacios naturales ni de rutas para llegar a ellos para ayudar a que sigan siendo “secretos” y, por tanto, se mantengan bien conservados.
La difusión de información, imágenes y localizaciones de espacios naturales en internet, en especial desde perfiles de redes sociales con muchos seguidores y desde medios de comunicación, está acelerando la masificación de zonas que hasta ahora se “salvaban” de la degradación que provoca la llegada de miles de visitantes, ha explicado a EFEverde la directora de la Fundación Emys, Ivette Casadevall.
La falta de regulación sobre esas visitas tiene un gran impacto en esos espacios: acumulación de basuras, contaminación acústica, erosión, eutrofización del agua, introducción de especies exóticas invasoras que ponen en peligro a la biosiversidad autóctona, etc.
Aunque el origen del aumento de visitantes está en la popularización del vehículo privado, que permite llegar a sitios a los que antes no se podía, y en el aumento de la población, en la última década, la masificación de espacios ha aumentado exponencialmente con la eclosión de las redes sociales, que han transformado al usuario de receptor de información a creador de contenido.
“Entre esos contenidos, destacan aquellos en los que nos descubren lugares imprescindibles para visitar” y entre los que los espacios naturales tienen un elevado atractivo por su belleza, según Casadevall.
Los influencers o blogs de rutas y excursiones que promocionan destinos naturales tienen un gran alcance y suelen motivar a sus seguidores a visitar los mismos lugares.
Sin embargo, muchos priorizan la estética, centrándose en la belleza visual del lugar, y no abordan su valor ecológico o las normativas de conservación, ha lamentado.
Por otra parte, año a año, en los medios se viralizan noticias como “las 10 piscinas naturales que no te puedes perder este verano” o “dónde disfrutar las mejores puestas de sol”, en las que se promociona el uso recreativo de espacios naturales y se da su localización exacta sin mencionar las consecuencias que puede tener su masificación.
Como ejemplo, la difusión de zonas del Río Brugent en redes sociales, series y de anuncios contribuyeron a la masificación de un espacio natural, que pasó de ser frecuentado por sólo los habitantes de la zona a recibir más de 1.000 visitantes por día durante los veranos de 2019 y 2021, lo que obligó a limitar el aforo.
Aunque a día de hoy es prácticamente imposible evitar que se publiquen contenidos de este estilo, lo que sí podemos hacer es limitar el impacto de esas publicaciones en los espacios naturales.
Para ello, desde la Fundación Emys recomiendan:
1. Evitar revelar la ubicación exacta de los espacios naturales, así como sus nombres exactos.
2. Acompañar la publicación con información sobre los valores naturales y la figura de protección del espacio natural mostrado.
3. Informar de los impactos que tienen la masificación en fauna y la flora, así como de las regulaciones y normativas que rigen en los espacios naturales.
4. Evitar utilizar metáforas y analogías para describir espacios naturales que fomenten un uso inadecuado.
Por ejemplo, cuando hablamos de un espacio natural como “atracción turística” o llamamos a una zona fluvial “piscina natural” promovemos su uso inadecuado y, al mismo tiempo, los desposeemos de sus valores ecológicos e incitamos a que estos no se respeten, según Casadevall.5. Consultar la información referente a los espacios naturales y normas para su conservación en los canales oficiales (web y redes sociales oficiales de los espacios naturales).
6. Comunicar acerca del espacio natural de forma realista.
Se trata de mostrar el lugar de la manera más fidedigna posible porque si mostramos imágenes idílicas en las que no aparece nadie cuando en realidad está masificado estamos mostrando una imagen falsa de lo que realmente encontrarán los visitantes.
Por otro lado, ofrecer una imagen muy mala de un espacio natural puede atraer un público más afín a las visitas recreativas y menos sensible a la protección del espacio, ha señalado.
Por su parte, expertos de las universidades australianas Edith Cowan, Murdoch y Curtin y del centro de conservación Kings Park Science han elaborado un estudio, publicado en Science Direct, en el que se alerta del impacto de las redes sociales y la fotografía/videografía en la biodiversidad, así como de la falta de análisis del mismo.
En el documento destacan que las redes sociales contribuyen en gran medida al turismo de naturaleza y a la fotografía y con ello al aumento de las perturbaciones en la vida silvestre.
Entre las perturbaciones directas destacan impactos conductuales y fisiológicos, como interrupciones en la reproducción y la alimentación y un mayor riesgo de depredación. Además, está el uso de drones y cebos para fotografiar animales o directamente captura y manipulación.
Además, hay impactos indirectos que van desde la propagación de enfermedades al aumento de la caza furtiva de flora y fauna.
Para evitarlo, estos expertos abogan por la elaboración de códigos de conducta para la promoción de la flora y la fauna en las redes sociales, así como controles más estrictos sobre qué se publica, con especial atención a las especies que corren mayor riesgo, aquellas consideradas raras y que tienen áreas de distribución restringidas.
“Aunque los numerosos y variados impactos de las redes sociales en la sociedad humana están bien documentados, los impactos de su uso en el medio ambiente natural siguen estando poco investigados”, lamentan.
La disponibilidad de teléfonos con cámaras de alta calidad y la proliferación de plataformas de redes sociales basadas en imágenes, han llevado a un rápido aumento de la participación de los usuarios en la fotografía basada en la naturaleza.
Aunque las fotografías y vídeos de naturaleza pueden ser una herramienta de conservación increíblemente poderosa, “lo cierto es que también provocan impactos negativos en la biodiversidad”, insisten los investigadores, que señalan que el uso creciente de las redes sociales hace imposible controlar o restringir el acceso a las especies o los puntos de interés natural objeto de contenido.
Por ello, opinan, la esperanza está en combinar la gestión sobre el terreno (restricciones de acceso en sitios clave), con la colaboración de las partes interesadas (operadores turísticos, grupos de naturaleza o administradores de redes sociales) y el aumento de una educación que promueva un comportamiento apropiado en la naturaleza. EFEverde
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