Las playas de Rocha, el departamento costero más al este de Uruguay, son parte de la ruta migratoria y del hábitat de la ballena franca austral. Esta especie pasa gran tiempo en la superficie y aprovecha las aguas relativamente tranquilas para aparearse y socializar. Por eso es común, desde julio hasta octubre, verlas en la orilla de la playa.
Los últimos días fueron oportunos para ver de cerca a estos grandes animales. En La Paloma, una de los principales balnearios de Rocha, el jueves de tarde se lograron visualizar unas seis ballenas. Los animales llamaron la atención de los locales y de un grupo de escolares, que estaba en la zona haciendo una excursión, informó El Observador. Las ballenas transitaron desde la isla La Tuna y hacia el faro de La Paloma. Se mantuvieron a un kilómetro de la costa.
Los rochenses también destacan que en los últimos días fue vista una orca, que acechó a un tiburón chico a medio kilómetro de la costa de Arachania, otro de los balnearios del departamento. La presencia de este tipo de tiburones “es común” dado que es su “hábitat”, declaró al medio uruguayo el alcalde de La Paloma, Sergio Muniz. “Hay muchas especies de tiburones que están en la costa, pero no estaban en la orilla”, señaló. El funcionario aclaró que estas especies no representan un peligro para quienes vayan al lugar a bañarse.
La página web promocional de Rocha destaca que la temporada de avistamiento de ballenas ofrece un “espectáculo único”, que se extiende entre julio y octubre. El animal habita generalmente la zona suroccidental y luego migra a distintas áreas: de cría (la península Valdés en Argentina y Santa Catarina en Brasil), de apareamiento (las costas uruguayas) y de alimentación (las islas Georgias del Sur, por ejemplo).
Los promotores de los destinos de Rocha sugieren “tener paciencia” y “prepararse” cuando se concurre a ver el espectáculo de las ballenas. Su búsqueda requiere “mucha atención” y el recorrido por distintas playas del departamento. La recomendación es que la actividad se realice en las primeras horas de la mañana o en las últimas de la tarde, en particular los días de poco viento.
La presencia de aves y de otros animales agitados es una de las claves para detectar, a la distancia, que las ballenas están cerca. El soplido alto, en tanto, es lo que más las distingue.
La ballena franca austral tiene dos características que la hacen más “fácilmente reconocible”, según la web de Turismo Rocha. La primera es su resoplido, que se da por la presencia de sus dos orificios nasales. Cada ballena exhala aire y el agua acumulada en la superficie se levanta en forma de V, un fenómeno que puede superar los tres metros de altura.
La segunda característica distintiva es la presencia de callosidades (parques de piel engrosada), que están ubicadas en distintas partes de la cabeza y la mandíbula, que le dan una distintiva coloración blanca. “La presencia de callosidades no solo permite diferenciar a la ballena franca austral de otras ballenas, sino también permite distinguir a cada individuo de la ballena. La forma y el tamaño de las callosidades son una suerte de huella digital, lo que las hace únicas”, señala el texto.
El Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca de Uruguay tiene prohibido el acercamiento a las ballenas mediante embarcaciones, ya que estas actividades pueden alterar su comportamiento normal y generar un mayor gasto de energía por causa del estrés. También representa un riesgo para la vida humana: si bien son animales sociables, tienen un gran tamaño y su conducta es impredecible.
La ballena franca austral puede llegar a medir entre 13 a 18 metros y pesar entre 40 y 106 toneladas.
Texto original de Infobae
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