¿Qué tienen en común los binomios presidenciales que se conformaron hasta el sábado pasado? La pregunta es pertinente por dos razones. La primera es porque nos permite recordar la trayectoria de algunos de los candidatos y, la segunda, porque se puede hacer una aproximación a las estrategias que están empleando. De paso muestra, una vez más, que a buena parte de la clase política no le interesa la democracia, servir al país, dar una alternativa frente a los problemas de pobreza, desempleo, falta de oportunidades, la inseguridad y el crimen organizado (con sus delitos conexos y sus consecuencias como la narco política).
Empecemos por el origen en común que tienen algunos de ellos –más allá que luego se hayan arrepentido y, de cierta forma los hayan combatido: el Movimiento PAIS o Patria Altiva i Soberana nació de una matriz ideológica regional llamada Socialismo del Siglo XXI que tiene una agenda clarísima trazada por el Grupo de Puebla (Foro de Sao Pablo) y que, justamente, en estos momentos atraviesa un duro momento por lo que sucede en Venezuela, es decir el pedido internacional de que Nicolás Maduro deje el poder que usurpó cuando perdió la elección el 28 de julio.
El Movimiento PAIS –que nunca dejó de ser parte de esa iniciativa regional- en el camino se cambió de nombre a Alianza País (AP) y hoy Revolución Ciudadana (RC). En la papeleta que tenemos hasta el momento no se puede pasar por alto a los que militan o tienen vínculos con RC: Luisa González, Diego Borja, José Serrano y Carlos Rabascall.
También está quien fue parte de ellos, aunque luego marcó distancia como María Paula Romo, que finalmente los confrontó. O que lo separaron por las disputas internas como Gustavo Larrea, de Democracia Sí, que lanzó a Iván Saquicela, expresidente de la Corte Nacional de Justicia y que fue sancionado por demorar el pedido de extradición de Rafael Correa.
En otro grupo podemos ubicar a los partidos que los apoyaron cuando ganaron la elección y comenzó el gobierno de PAIS en 2006, como el Partido Socialista Ecuatoriano, Pachakutik y, en menor medida, lo que es hoy Unidad Popular que, además, fueron perseguidos por esa misma estructura. Leonidas Iza, que hoy corre por Pachakutik, fue señalado por los gobiernos de Lenin Moreno y Guillermo Lasso de ser un desestabilizador y aliado a la Revolución Ciudadana. Por el socialismo corre Pedro Granja, quien defendió a una menor violada por el padre del exvicepresidente Jorge Glas. Por Unidad Popular, antes MPD, va Jorge Escala.
También están los que han hecho acuerdos puntuales, bajo un supuesto tema de gobernabilidad, el PSC. El hoy candidato y presidente de la Asamblea Nacional, Henry Kronfle, llegó al cargo por el acuerdo entre RC, PSC y ADN. Esta última agrupación busca la reelección de Daniel Noboa Azín.
El nombre de Víctor Araus, el general en servicio pasivo de la Policía no pasa desapercibido, no solo por la polémica de la separación de su cargo, sino porque el gobierno de Estados Unidos le retiró su visa en 2021, bajo acusaciones de presunto narcotráfico.
En cuanto a la estrategia, es la misma que utilizó Nicolás Maduro en Venezuela: multiplicar los movimientos y partidos de la misma corriente ideológica y luego fusionarlos en un solo frente, para hacer una causa común y derrotar a su contendor (Daniel Noboa). Es por eso por lo que utiliza a todas las figuras políticas que tiene a su alcance. Si bien por años ha mantenido entre un 30 a 35% de los votos, sabe que esta vez no puede perder, tanto por su proyecto socialista del siglo XXI, como por el futuro de sus líderes fugados y con boletas de captura.
Texto original de El Comercio
https://www.elcomercio.com/opinion/por-de-decencia-saudia-levoyer-columnista.html
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