Cuando hay apagones, los más afectados resultan ser los sectores productivos. Datos de las operadoras de energía nacional detallan que, entre el comercio y la industria, se consume el 56% de la oferta energética del país. Esa afectación se traduce en pérdidas económicas.
La última referencia son los cortes del 2023 que se dieron entre fines de octubre y mediados de diciembre. Allí, por ejemplo, los exportadores acusaron pérdidas por USD 400 millones y daban cuenta que las desconexiones eléctricas impiden que las cadenas de frío funcionen plenamente, afectando la inocuidad y la bioseguridad de los productos.
Además, la reprogramación de las jornadas de trabajo incrementó entre el 50 % y el 100 % del valor de las horas de trabajo para poder compensar la producción. Esto cuando se conoce el horario en que se van a dar los apagones.
“Lo que hoy está sucediendo es mucho más grave, porque no solo que no tenemos la previsión del 2023, sino que la magnitud de los cortes en el primero o segundo día han llegado a triplicar las horas de lo que vivimos en el 2023. Es decir, que esas pérdidas de USD 10 millones podría ser superior”, señaló José Antonio Camposano, presidente de la Cámara de Acuacultura.
Los apagones reducen la competitividad
Al finalizar el 2023, la Cámara de Comercio de Guayaquil estimaba que, en el primer mes de apagones, los 21 sectores de la economía que estimaban vender USD 931 millones apenas alcanzaron ventas por USD 237 millones.
Hace cinco meses, la Cámara de Comercio de Quito indicaba que una empresa mediana o grande perdía entre USD 28 000 y USD 30 000 por hora, sin electricidad. Esto, porque no solo se les incrementa el gasto en personal, sino que también los equipos se ven afectados y daban cuenta, además, de un incremento de la inseguridad.
A todo esto hay que sumar la merma en la competitividad, porque en la región otros países están preparados para estas contingencias; operar en Ecuador implica esa desventaja: estar expuestos a que un fin de semana suene el teléfono notificando la crisis.
“(Recibir una llamada) para decirnos que se encuentran en esta situación urgente y que nos piden que las industrias se desconecten de la red pública y funcionen en autogeneración, por lo menos al 50 % de manera voluntaria, es imposible en nuestro país”, aseveró María Paz Jervis, presidenta de la Cámara de Industrias y Producción.
Agregó que, estructuralmente, la industria nacional no cuenta con esa capacidad de autogeneración.
El país no está diseñado para ello; sin embargo, la mayoría de los gremios hoy prefirieron mantener el silencio. No quisieron salir a reclamar lo justo y prefirieron asumir el golpe. Dicen que cualquier cosa después del lunes.
Texto original de Ecuavisa
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