Para comprender la corrupción en Ecuador, al 2024, es indispensable tratar de entender o de identificar los mecanismos causales de la misma. Los expertos en la materia mencionan que la corrupción tiene dos connotaciones: una, subjetiva y otra objetiva[1]/, con varios elementos en cada una.
En la subjetiva, es decir que dependen de la persona, podemos incluir: a) la sensación de impunidad; b) el individualismo y su consecuente imitación; c) la desconfianza con la función pública; d) la envidia; y, por último, e) la irracionalidad.
En los elementos objetivos, que tienen relación con el entorno en el cual se desenvuelven las personas, se puede incluir: a) el marco legal débil; b) la poca institucionalidad; c) el desprestigio del cargo público; d) la no independencia de los organismos de control; y, por último, e) la toma de decisiones y la discrecionalidad.
Según Simancas (2010), la corrupción se achaca a la idiosincrasia humana (Subjetividad) por un exceso de individualismo que lleva al enriquecimiento a cualquier precio[2]/.
Por otro lado, Klitgaard (1988)[3]/, define, mediante una fórmula matemática, que la corrupción es una función del monopolio de las decisiones -M, de la discrecionalidad -D, y de la rendición de cuentas -A (accountability).
C = M + D – A. Mientras más concentración existe en la toma de decisiones, más discrecionalidad y menos rendimiento de cuentas y control, mayor será la corrupción.
Con esta base conceptual, subjetividad y objetividad, reflexionaremos sobre los elementos de cada una, para Ecuador 2024. Iniciaremos con los elementos de la subjetividad que puede provocar corrupción:
1.a) Sensación de impunidad. Es la concepción del poder sobre cualquier organismo público y sobre la norma, está acompañada de una percepción al riesgo de obtener lo que se desea, sobre la base de analizar factores tales como: formas de evadir la ley, el control interno, o ser denunciado. El sentimiento de impunidad promueve la corrupción.
1.b) El afán excesivo al lucro en el menor tiempo posible, aumenta el individualismo por encima de los valores éticos, la honestidad, la responsabilidad, alimentando la pérdida de principios morales en la gestión pública. Este comportamiento oportunista de funcionarios de jerarquía, es obviamente imitado por los de menor nivel. Se produce un aprovechamiento de los momentos políticos y de la falta de institucionalidad, reflejando un comportamiento corrupto como “normal”.
1.c) Por el contrario, los “honestos” aprecian la impunidad, la facilidad operativa individualista, el aprovechamiento del poco poder institucional, generando desconfianza en la función pública por la corrupción campante. Elevando así las probabilidades de caer en la corrupción.
1.d) La falta de valores y las facilidades de la gestión pública, crean oportunidades en el individuo para compararse con los corruptos y tratar de conseguir, a través de cualquier forma, mayor riqueza y poder, promoviendo esa ansía, de forma progresiva y cada vez mayor.
1.e) Como corolario de lo anterior, desembocamos en el comportamiento irracional de los individuos y su afán de tener más, de forma personal.
Como conclusión preliminar, podemos decir que estos elementos (subjetivos) hacen parte fundamental de cada individuo, del comportamiento corrupto de las personas, especialmente por su percepción de impunidad, su individualismo y su irracionalidad.
Pero, no solo el individuo incide en la corrupción, podemos elaborar que pasa con el entorno en el que se desenvuelve como persona, como funcionario, como ciudadano. Entre los elementos más importantes, se incluyen:
2.a) La falta de regulación, de control y de sanción, demuestra debilidades legales a la hora de ejercer la norma contra los actos corruptos. Estas debilidades favorecen el comportamiento oportunístico.
2.b) De la mano de la norma, la institucionalidad débil fomenta el comportamiento oportunístico. La estructura y funcionamiento de las instituciones de carácter “político”, crea espacios de operación corrupta.
2.c) La función pública se ha desprestigiado de forma intencional, por la presencia política de funcionarios que no demuestran una fortaleza profesional, sino más bien un facilismo para aprovechar la coyuntura y obtener réditos personales.
2.d) Intencionalmente se ha fomentado la descentralización de la gestión pública con el afán de reducir las opciones de control, puesto que la entidad o entidades de control no pueden, por las razones antes mencionadas, multiplicarse para controlar. Por tanto, el poco control es parte de la gestión pública, pues no tiene independencia en la Administración Pública, facilitando el abuso en el uso de los recursos.
2.e) Como corolario, una administración que concentra la toma de decisiones, no es más que un alto riesgo de corrupción. Al estilo Klitgaard, C = M + D – A, habrá mayor corrupción, mientras más concentrado esté la toma de decisiones, la discrecionalidad y la falta de control y menos o ninguna rendición de cuentas.
El entorno en el que se desenvuelven los individuos con comportamiento oportunístico, favorece el uso y abuso en detrimento de la buena gestión pública, haciendo imposible ejecutar políticas económica y social eficaces y efectivas.
No es solo la persona o el entorno, son las dos y cuando los políticos actúan creando condiciones o creando condiciones favorables para el comportamiento oportunístico, están trabajando para su bolsillo, no para los vulnerables, ni para las clases sociales más necesitadas, ni para la sociedad, ni para el bienestar común. Solo para ellos y su grupo sectarista. Estos, creo, son los mecanismos causales de la corrupción en Ecuador desde el año 2004. Vamos veinte años de construcción de una red de corrupción muy poderosa, al muy estilo de Odebrecht.
La Administración del Sr. Presidente Noboa, tiene el apoyo total de la ciudadanía (81,4%)[4]/ para frenar este mal, que tanto daño nos hace, nos impide ser eficientes y productivos, y desarrollarnos como comunidad.
[1] / Miranzo Díaz, J. 2018. “Causas y efectos de la corrupción en las sociedades democráticas”. En Revista Escuela Jacobea de Posgrado. Nro. 14, pp 1-26. Universidad de Castilla – La Mancha, España.
[2] / Simancas S., R. 2010. “El precio de la corrupción”. En temas para el Debate. Nro. 183, pp. 19-22.
[3] / Klitgaard, R. 1988. “International cooperation against corruption”. En Finance and Development. p 1
[4] / CEDATOS, 2024. Estudio de Opinión, “Aprobación a la Gestión del Presidente Daniel Noboa”. FICHA TÉCNICA: Estudio nacional. Muestra probabilística, con sistemas avanzados de selección aleatoria y entrevista directa a 2.412 personas de 16 años en adelante en 34 ciudades y parroquias de sierra, costa y amazonía, áreas urbana y rural, con controles de selección demográfica y socioeconómico. Nivel de confianza del 95% y margen de error de +/- 3,1% para estimaciones nacionales. Estudio entre el 19 y 22 de febrero de 2024
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