Por: Gisella Rojas
En los rincones donde antes se acumulaba la basura, ahora hay jardines; donde antes resonaban los ecos de la violencia, hoy en cambio, la música, la cultura y el arte. Este es el retrato de Moravia, un barrio ubicado en la Comuna 4, al noroeste de la ciudad Medellín, Colombia, que alguna vez fue testigo de tiempos oscuros.
En la década de 1990 y principios de los años 2000, Moravia era conocido como uno de los barrios más peligrosos. De hecho, en 1998, Medellín ostentaba el título de una de las urbes más violentas del planeta, con una tasa de criminalidad que dejaba 191 muertes por cada 100 000 habitantes.
Hoy los turistas lo visitan para conocer la historia profunda de esa ciudad que resurgió del conflicto de la mano de sus líderes sociales que explican con orgullo cómo recuperaron el espacio público.
A pie desde la línea A del Metro de Medellín hasta el Centro de Desarrollo Cultural de Moravia se puede andar con el celular en la mano y realizar un recorrido con tranquilidad, por lo que resulta difícil imaginar que este lugar fue alguna vez un escenario de violencia, donde los líderes comunitarios lucharon para defenderlo y, posteriormente, para recuperarlo.
En 1974, el Municipio decidió establecer el basurero municipal en este lugar, que luego de más de una década de funcionamiento, fue cerrado. Sin embargo, tras su clausura, más de 15 000 personas ocuparon el área.
Cielo, una líder comunitaria que vivió de cerca este cambio, recuerda que El Morro de Moravia solía ser una colina de basura que abarcaba siete hectáreas. Pero en 2004, comenzaron a surgir ideas para su transformación en un jardín urbano para la ciudad. “Ahora tiene una historia de resiliencia arraigada en el reciclaje”, relata.
Hoy en día, los niños corren libremente por El Morro, y en sus alrededores se ha desarrollado actividad comercial. Lo que antes era basura, ahora se ha convertido en una parte integral de la identidad del lugar, y ha inspirado prácticas de reciclaje como parte de su identidad.
Pero la transformación no se limitó al antiguo basurero convertido en el jardín más grande de la ciudad. Mientras se camina hacia el Centro de Desarrollo Cultural de Moravia, a unos pasos de distancia, el aire se llena con el sonido de instrumentos musicales como trompetas. Es común ver a niños practicando pasos de baile en las afueras del centro, mientras que otros disfrutan de paseos en bicicleta por los alrededores.
Pero, hace 16 años, ni los taxis de la ciudad querían ir a Moravia, recuerda Jefferson Cordova, auxiliar de logístico y habitante de la Comuna 4, “era un barrio super violento donde se usaban a niños para bandas del crimen organizado”.
Cordova recuerda que fue en 2008 a través de la labor de los líderes sociales que, “solicitaron varios reuniones con la Alcaldía para la construcción de este espacio”.
Muchos de los jóvenes que crecieron visitando el centro, según Jefferson, ahora son comunicadores, artistas, fotógrafos, profesores y músicos: “Fue un cambio significativo para muchos jóvenes, cambiar una mirada hacia la vida”. El centro recibe mensualmente a 1 500 personas que participan de forma regular en los talleres ofrecidos.
Un dato no menor es que la arquitectura del centro estuvo a cargo de Rogelio Salmona, un destacado arquitecto colombo-francés. La construcción cuenta con un auditorio, salones múltiples y cubículos, conformando un espacio multifuncional.
Juan Sebastián Bustamante, coordinador de proyectos de Urbam Eafit, resalta que una de las claves en la transformación de Moravia fue su sólida base comunitaria, la cual colaboró estrechamente con la universidad pública. Esta colaboración permitió que, de una inversión inicial de USD 4 millones, se lograran llevar a cabo importantes iniciativas de desarrollo en la comunidad, como la renovación arquitectónica del Jardín Botánico, la construcción del paso peatonal Carabobo y el Parque Explora.
En medio del entusiasmo, la sombra del pasado está presente. Moravia, como todos los oasis, está constantemente bajo bajo acecho. Es que según periodistas y expertos en seguridad locales, Medellín aún está captado por el narcotráfico.
En los últimos cuatro años, la criminalidad progresivamente ha vuelto al barrio de Moravia, “las bandas criminales otra vez se han apoderado del cerro”, cuenta Bustamante. En gran parte, asegura por descuido de anteriores administraciones.
Así, la historia de transformación de Moravia, en continua lucha, se convierte en un referente para Guayaquil, a menudo comparada con la Medellín de los años 90.
Texto publicado en Ecuavisa
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